domingo, 2 de septiembre de 2007

EL MACONDO DE LAS REFORMAS DE ESTADO

El actual gobierno del Presidente García hace pocos
meses relanzó el tema de la reforma del Estado donde
si bien se alude a la descentralización, en sus
propuestas concretas aborda la "epidermis" del
Estado, la simplificación administrativa, el
silencio administrativo, y como proyectos de fondo
la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, la fusión e
integración de los organismos públicos
descentralizados y de los Programas Sociales,
incurriendo así nuevamente en el tradicional
gravísimo error de ignorar a las municipalidades y a
la sociedad civil.

Puede constatarse, en el día a día, que sigue en
boga la postura oficial que ignora las instancias
descentralizadas territoriales, así el Poder
Ejecutivo a raíz del sismo del 15 de agosto último
en lugar de coordinar las tareas de atención de esa
emergencia con los gobiernos regionales y las
municipalidades de las zonas afectadas, en pleno
siglo XXI, apuesta por un "Zar de la
reconstrucción".[1]

Las municipalidades no constituyen islas extrañas al
Estado y tampoco son simples dependencias
burocráticas del gobierno central. Ellas, las
municipalidades conforme al texto constitucional son
"órganos del gobierno local"[2] que,
consecuentemente, forman parte del Estado. Pese a
ello, conforme hemos visto, se les ignora y se les
relega en las propuestas y también en las tareas de
la reforma del Estado.

Debemos ser claros sobre este punto. La mejor forma
de garantizar que las reformas de Estado no
desactiven y dejen intocado el centralismo, ha
quedado demostrado, es dejar a un lado a las
municipalidades y a la sociedad civil en las mismas.

Frente a esta permanente actitud de las esferas
oficiales no cabe que quienes estimen ser
municipalistas acepten resignada y pacientemente ese
estado de cosas o que permanezcan deshojando
margaritas o cavilando en silencio el sentido de la
madeja o del trompo. Peor aún, sería un tremendo
despropósito sostener que en dichos procesos se
excluya a las municipalidades so pretexto de falsos
"localismos radicales"; o que, las reformas y los
cambios en la institucionalidad municipal deban
tratarse de manera exclusiva y aislada del conjunto
de las reformas de Estado.

Desde nuestro punto de vista si nos atenemos a los
alcances del concepto de Estado y a la problemática
del conjunto de la administración pública, su
reforma debe implicar no solamente el estudio
pormenorizado de cada una de las instituciones y
gobiernos que en su conjunto lo integran, incluidas
las municipalidades, sino que además debe
comprenderse en ella todas las variables apropiadas
a su extensa su dimensión: Formas o modelos de
gobierno, derechos de las personas, relaciones de
convivencia, materialización y organización de los
derechos sociales, etc., Todo lo cual nos lleva a
postular y a reclamar que la reforma del Estado no
puede ni debe hacerse con exclusión de las
municipalidades ni de la ciudadanía o de la sociedad
civil.
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[1] César Hildebrandt al respecto señala que:
"Vuelve el doctor García a apostar por un hombre y
no por una institución -esta es una observación
generalizada. Y vuelve a hacer lo que le da la gana,
sin consulta alguna con regiones, alcaldías o
pobladores". La Primera, 28.08.2007, p. 4.

[2] Conforme al artículo 194º de la Constitución,
las municipalidades, provinciales y distritales, son
órganos de gobierno local.

Por
Hildebrando Castro Pozo Díaz

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