miércoles, 29 de agosto de 2007

RACISMO EN EL PERÚ: ENTORNO A LA POLÉMICA DEL AFICHE CCPUCP.


“No hay peor racista que un antirracista”, es mi conclusión sobre la polémica entorno al cuestionado afiche de Toronja que realizó para el Festival de Cine Latinoamericano Los antirracistas en muchas ocasiones se les pasa la mano porque inventan actos o imágenes racistas donde no existen. Ahora dicen (en su gran mayoría) que el afiche es racista porque excluye la imagen de un personaje que representa a la gran mayoría de peruanos (90%). ¿Cuál(es) personaje(s) no tiene(n) rostro en el afiche?: es el pobremente vestido, andino, mestizo y cholo (Vannini).

La ecuación que utilizaré en el presente artículo es el siguiente: “En todo racismo existe exclusión, pero no toda exclusión es racista”. Entonces concuerdo con el sociólogo Tanaka (martintanaka.blogspot.com) al indicar que el afiche no es necesariamente racista, pero discrepo cuando señala que es un acto fallido. En mi opinión el afiche es un acto acertado.

Pero es acertado en el sentido que el afiche representa socialmente una realidad que ha sido omitida y oscurecida en los anteriores (diez) festivales de cine latinoamericano celebrado en Lima: la mayoría de películas mostradas en el populoso distrito pituco de San Isidro. Lo irónico es que luego de una década surge la polémica con efecto retardado.

Para ir más allá del discurso y las imágenes hay que hacer trabajo de campo en el mismo Centro Cultural de la Universidad Católica. Observen quien es la persona que tiene un puesto “ambulatorio” (donde se venden chicle, cigarrillo, caramelo, toffee, menta y fósforos, a lo Miki González) ubicado entre el centro cultural y el centro de idiomas de la mencionada universidad. Nadie cuestiona esa realidad porque ya se ha naturalizado en la cotidianidad culturosa que se estructura cada vez que se visita el CCPUCP; pero si cuestionan al afiche supuestamente “racista” donde ya existen responsables: La élite intelectual criolla.

Es interesante la ingenuidad colectiva de la polémica cuando aflora el reclamo por el reconocimiento, según el balance de Roberto Bustamante (elmorsa.blogspot.com), que el afiche niega “racistamente”. Lamentablemente la realidad no va a cambiar por hacer un afiche con reconocimiento, inclusión social y responsabilidad ciudadana. Por arte de magia cinematográfica no vamos a presenciar a la persona que vende en su puesto ambulatorio dejar abruptamente su trabajo para ir a ver cine. Eso esta bueno para las películas con finales felices. Pero sí anclamos en la realidad empírica se puede observar a la persona del puesto ambulatorio dando irónicamente la espalda al centro cultural (junto con sus cines) porque su público objetivo son los estudiantes del centro de idiomas: hay más clientes.

A manera de hipótesis reaccionaria es preferible que los “sectores subalternos y/o pujantes” no se sientan reconocidos por las imágenes y discursos producidos por la élite intelectual criolla. Ello da lugar para la democracia achorada (Tanaka). Algo que no ocurriría sí los grupos subalternos se identifican plenamente con la hegemonía porque daría paso a la violencia simbólica (Bourdieu) donde los sectores criollos reproducen y legitiman las relaciones sociales de poder con la participación y complicidad de los mismos grupos dominados. Sí no se cuestiona el sistema entonces el poder se mantiene naturalizando el paisaje de desigualdad social. Por ese motivo en el fondo del “reclamo por el reconocimiento” subyace la ética de las buenas intenciones donde se plantean cambios para no cambiar.

Generalmente en éste tipo de polémicas existirá una actitud paternalista hacia los grupos discriminados. En el caso del afiche se quiere incluir al subalterno a imagen y semejanza cultural de los sectores (progresistas) de clase media. Pero hay que tener cuidado porque finalmente son los grupos subalternos, emergentes o pujantes quienes tienen sus propias lógicas, agendas y estrategias para reconocerse y ser reconocidos socialmente. Todos los involucrados en el debate hablan éticamente por el bien del subalterno, ¿será posible que hable? (Spivak).

Finalmente el afiche no muestra el desencuentro entre las élites y el país (Tanaka), sino el desencuentro entre las mismas élites en el país, incluyendo a las académicas. Como diría mi amiga Karen Bernedo por chat: “si pes...en realidad la que vende chicles (puesto ambulatorio) le interesa un bledo si la pusieron de espaldas o no (en el afiche)...nosotros nos agarramos de el (afiche) porque dentro de los clasemedieros intelectuales somos los más misios y nos sentimos excluidos”.
miren el afiche: ¿cuál(es) personaje(s) no tiene(n) rostro? ¿cuál no está vestido "decentemente" ? ¿quién le da "la espalda" a la entrada del cine?ahora a escuchar la entrevista (hacer click en el siguiente enlace)

1 comentario:

Roberto dijo...

walter, va el artículo que motivó la respuesta de raúl rosales:

racismo y publicidad en el perú

creo que el debate sobre el afiche del festival (de cine) de lima se ha desvirtuado en algo que apunta a certificar qué es y qué no es racista en el perú. algo así como que muchos de nuestros actos, frases y palabras sean racist free, o libres de racismo. inclusive, martín tanaka apunta a algo así en un reciente post sobre el affaire del afiche de toronja, diciéndonos más o menos que el problema del afiche no es tanto lo que expresa sino lo que aparentemente quiso decir sandro venturo (a estas alturas, el ideólogo de la publicidad del festival).

creo que el problema está mal planteado. no es un problema de blanco y negro, o racistas y no racistas. como bien lo planteara judith butler, las identidades (ella se refiere al género) son construcciones que se dan en el campo performativo. así, el afiche (como en general ocurre con la publicidad o con cualquier otro acto discursivo), "ubica" a las personas cada una según su lugar. martín dice: "Veo un afiche que ilustra el desencuentro entre nuestras élites y el país", y quizá ese sí sea justamente el problema.

si atendemos a las decenas de comentarios dejados en los muchos blogs que están rebotando la discusión, notamos que lo que existe es un reclamo por reconocimiento que el afiche no permite. algo similar ocurrió con el informe final de la comisión de la verdad, que más allá de las intenciones reprodujo esta distancia social entre los reconocidos y los que no (porque finalmente, las historias particulares de las víctimas quedaron relegadas a un anexo que no fue siquiera publicado y se encuentra inaccesible, marcando este informe una contracorriente a otros reportes de su género). una pista similar se vio en las últimas elecciones generales y lo que cotler ha venido llamando la política de la identidad o la "política de la cara".

y si seguimos más todavía la pista sobre el reconocimiento vemos que este tiene un factor étnico todavía no resuelto. por eso, pienso, pasa toda la polémica por el afiche, porque justamente esos sectores pujantes (que impulsan lo que martín llama la democracia achorada) no se sienten reconocidos en el discurso e imágenes producidos por la élite intelectual criolla.

el tema da para mucho, y espero se siga debatiendo, pero sí salir (como exigen algunos) de dicotomías de puros e impuros.

actualización: el comercio desvirtúa todo:

Aunque toda opinión es respetable, resulta más que ociosa la polémica que se ha armado por el supuesto 'racismo' del afiche oficial del encuentro, elaborado por la agencia Toronja. Alfredo Vanini, de la Biblioteca Nacional, incluso reprocha que la línea del bus que aparece en la imagen en realidad no circula frente al cine Metro. ¿No hay asuntos más relevantes en los que agotar argumentos? Francamente...

claro, para el comercio el problema del reconocimiento es trivial. sino recordemos esta noticia (comentada en el otro tambor):

Curiosa la escala de valores y prioridades del diario El Comercio. Ayer publican en primera plana una noticia con el título "Cadaver de obrero bloqueó ayer la carretera central", y la amplían en una página interior resaltando que "vehículos estuvieron varados 14 horas en carretera central".

y luego dicen que el problema del racismo y el reconocimento es ocioso.