viernes, 29 de junio de 2007

Jaime Bayly: ¿Qué tiene la derecha que degenera todo lo que toca?

Hace algunos años atrás destacó como el “chico precoz” de la TV. Gracioso, inteligente y con ideas propias, una inusual versión de derecha peruana que, por fin, parecía modernizarce en este nuevo rostro. Jaime Bayly, conquistó la atención de muchos, también entre gente de izquierda que, no hay porqué dudarlo, es amante y admiradora del buen gusto y de las expresiones inteligentes, aunque vengan de la derecha. No todos, por supuesto, hay que admitir que algunos izquierdistas se parecen a los derechistas en su intolerancia contra todo lo que no está en su cuadrado.
Bayly, luego de su éxito juvenil, desapareció hasta que un libro suyo lo catapultó nuevamente, “No se lo digas a nadie”, prologado por el mismísimo Mario Vargas Llosa —que no significa mucho porque el ‘escribidor’ ahora auspicia todo lo que sea reaccionario aunque carezca de valor artístico, o intelectual, como fue el caso de un libro que pasó sin pena ni gloria, Manual del perfecto idiota, que mas bien parece que fue escrito por idiotas para hacer mas idiotas a los que ya lo son.
“No se lo digas…” no tiene gran valor literario, el abuso del punto seguido aburre, y el propósito se encuentra enmarcado en ese tipo de “literatura” de éxito fácil desarrollada por la cubana Zoé Valdez, libros que se regalan en los stands marginales de las ferias de libros, con autógrafo incluído, y que sólo se adquiere (no se puede afirmar si los leen) en los círculos decadentes de la gusanería de Miami. Sin embargo, el libro de Bayly tiene valor por las puntuales denuncias contra el sistema que él defiende con ardor. Uno no puede dejar de tomar en cuenta, en ese libro, que la iniciación de un chico de orientación homosexual sea a través de una violación que lo convierte en ‘esclavo’.
“No se lo digas…”, también destaca lo tenebroso del Opus Dei en Perú, así como la cucufatería de las señoras de sociedad que lavan su conciencia agrupándose en organizaciones religiosas que sus millonarios maridos costean pero que viven violando las prédicas morales que pregonan.
Una de las escalofriantes escenas, descritas por Bayly en “No se lo digas…”, es aquella que describe desgarradoramente el racismo de la burguesía peruana cuando el burgués de la novela atropella un indígena que cruzaba la carretera y se ufana ante su hijo ‘gay’, “no maté un venado, pero al menos maté un indio”.
Si algún izquierdista no sectario quiere conocer la criminalidad y perversión de la burguesía peruana, desde adentro, no debe dejar de leer No se lo digas a Nadie. El resto de las cosas escritas por Bayly, libros y artículos, ya son chicharrón de cebo. Se repite demasiado y da vueltas a lo mismo, como los programas que tiene en la televisión.
En Bayly desde Miami, por ejemplo, uno se sorprende de lo poco que progresó el otrora “chico precoz”. Se le nota tan inseguro y despersonalizado. Da la impresión que creyendo inventar una imagen, ¿de los sesenta?, en lugar de parecer un Beatle terminó imitando el peinado del Cholo Sotil, con perdón del cholo que realmente fue un ídolo popular en aquellos años.
Otra de las cosas que llaman la atención en este personaje, es su indefinición. A pesar de haber tenido la valentía de salir del closet, que siempre merecerá nuestro respeto y apoyo, porque defiende la libertad a la preferencia sexual, Bayly, sigue en el closet de los mediocres que no saben lo que son en cuanto a identidad nacional. Se ve ridículo. Cuando Bayly actúa para la televisión argentina o entrevista a una personalidad de ese país, actúa hablando con acento porteño. No imita, lo habla, se mimetiza, se camaleoniza. Igual sucede cuando en la televisión de Miami, ¡coño! habla con acento cubano, lo mismo se vuelve español, “joder”, venezolano, “cónchale”… o ¡qué se shó!... Y no se trata de nacionalismo barato. Esa falta de personalidad revela su falta de identidad con el país donde nació. Con ello refleja el pensamiento real de la burguesía peruana, de donde surgen personajes como el director de Correo, entre otros, para los cuales el Perú ya debiera ser una colonia o un estado más de los Estados Unidos, con John Wayne resucitado para exterminar a los indios que aun sobreviven y hoy atraviesan como indocumentados el continente que antes les perteneciera.
Cuando joven, daba gusto ver a Bayly, era espontáneo, inteligente. Hoy solo refleja la decadencia de su clase social, ya no atrae. Sus insultos contra Chávez, su desprecio racista contra Evo Morales, sus burlas contra Fidel Castro, parecen salidos del programa de Laura Bozzo, otra perla del intelecto de derecha y solo encuentra eco en unos pequeños círculos de la gusanería de Miami que, por mafiosos, han alcanzado cierto poder económico con el que financian candidaturas como las de Bush y, con las migajas que caen de sus mesas, auspician programas como el de Bayly, Oppenheimer, Montaner, etc.
Así seguirá siendo hasta que este “francotirador” pase “de moda” y la gusanería encuentre otro mas joven y cómico; con esas juntas, no es difícil deducir que el único futuro que tiene el pobre Bayly es la escoba que lo habrá de barrer.

Allá él.

Carlos Bernales

No hay comentarios: