lunes, 16 de julio de 2007

VOY HACIA DONDE NUNCA LLEGARE

Siempre he temido lo desconocido. ¡Oh! ¡Dios mío! Dios mío… El sólo el pensar que exista lo desconocido me hace temblar malamente. Cuando eso pienso, quiero huir, quiero desaparecer por completo; cuando eso pienso, quiero largarme a algún lugar donde el tiempo no transcurra, a un lugar donde mi vida parezca detenerse.
Para mí, como para muchos, también el futuro forma parte de lo desconocido. Pero, no quiero tener miedo a lo que desconozco... no quiero. Me consuela saber que, al menos, el futuro nunca llegará. No obstante, sé que continuamente voy hacia él. Siempre voy hacia donde no quiero, hacia donde nunca llegaré.
Me apresuro... me apresuro a ir adonde nunca llegaré, a aquel lugar que no conozco, que nunca conoceré. Es inevitable, todos tenemos que ir hacia el futuro, hacia ese futuro desconocido, incierto.
Si pudiera encontrarme frente a frente con el futuro, y cogerle las manos, y tomarle de los cabellos, y mirarlo a los ojos... Si pudiera encontrarme con el futuro jugaría con él; sí, estoy plenamente seguro que jugaría con él y me luciría como el torero se luce con el toro. Pero, eso no es posible, no es posible, y la desazón que me causa es terrible.
En ocasiones he pensado que ideas como esas sólo pueden ocurrírsele a alguien que esté loco. En ocasiones he pensado que estoy loco, Loco, loco, loquito, loco. Quién sabe dónde leí que quienes han destacado siempre tuvieron algo de locos. ¿Será cierto que genialidad y locura se dan en muchos casos la mano? Manos, manos, las manos de esos señores que se encuentran frente a mí me han señalado desvergonzadamente. Ahora disimulan dirigiendo la vista a otros lugares. Ha de ser porque los he mirado enojado. ¿Sabrán ellos que estoy casi loco? Bueno, ahora es mejor que disimule, no debo mostrar enojo hacia ellos. Haré como que no me doy cuenta de nada, al fin y al cabo yo no los conozco ¿qué me puede importar lo que piensen de mí?
Pero, ¡me siguen mirando! ¡Caray! Eso me molesta mucho. ¿Qué cuchichearán entre ellos? No alcanzo a oírlos. Es posible que no hablen nada de mí. O es que ¿hablarán de mí realmente? ¡Dios mío! ¿Qué me pasa? Ellos no me conocen, sé perfectamente que ellos no me conocen. Tengo que calmarme. ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Debo calmarme! Respiraré hondo, eso es bueno para relajarse. Nuevamente. Una vez más. Ya me siento mejor. Sé que no es cierto lo que creo. No es cierto que hablen de mí. Mi mente está jugándome una mala pasada.
¡Ja!, así que estos señores tienen ganas de jugar conmigo ¿no?; pero se han equivocado de cabo a rabo, yo no tengo nada de tonto aunque mi cara sea la de un bobalicón. Es por demás que hablen de mí ustedes, no me importa y no tiene ningún efecto en mí. Yo soy más listo que ustedes, sí me refiero a ustedes que están al frente... Sin embargo, es mejor que no diga nada de esto que estoy pensando porque ¿y si no es cierto? Eso querría decir que me estoy volviendo loco y no quiero que nadie sepa que me estoy volviendo loco. Es mejor que me quede callado como hasta ahora. Yo soy más listo, sí señores, y para probárselo no les haré ningún caso. Eso será lo mejor. Les digo que en vano me miran de reojo y hablan de mí en voz baja; sepan que yo soy más listo que ustedes. ¿En verdad me conocerán esas personas? No, no es posible. A esos que están enfrente nunca los había visto en mi vida ¿cómo me van a conocer? No, no es posible.
¡Ya, ya! La verdad es que sí, todos hablan de mí en las calles, en las tiendas, todos hablan de mí, me miran, me observan hasta en mis mínimos detalles ¿por qué será? ¡Esas miradas son tan elocuentes! Un momento, un momento. No puede ser cierto nada de esto. Tengo que darme cuenta que si sigo así terminaré por volverme realmente loco. ¡Ay! creo que ya me estoy volviendo loco. Sí, no es posible que todos sepan quien soy, lo que pienso y lo que hago sin que sus miradas alcancen a verme. Debo calmarme ¡por favor, debo calmarme!
Ahora que lo pienso bien, me doy cuenta que estoy rematadamente loco. Y me pregunto si detrás de todo esto no habrá delirios de grandeza que me corretean alucinando aún más mi enfermiza mente. Bueno, como se habrán podido dar cuenta, no es la primera vez que dudo. Sucede que cuando estoy alucinado no sé si las cosas que veo, oigo o hago son ciertas o simplemente son productos de mi fantasía enfermiza. Ocasiones hubo en que todo daba vueltas a mi alrededor y yo no sabía orientarme en un mundo que estaba mucho más allá, en un mundo del que parecía que yo no formaba parte. Llegué a pensar que todo lo que veía era pura fantasía y que la gente se burlaba de mí haciendo lo que comúnmente hacía, que en todo había alusiones a mi persona. Igual, igualito que ahora, sólo que antes perdí esa pequeña luz que ahora me alumbra y que me hace dudar. Dudar... jamás pensé que la duda fuese un indicio que nos indica que estamos cuerdos, que aún razonamos. ¿Se dan cuenta? dudo, eso quiere decir que no estoy loco, al menos no del todo loco.
Como un zombi llegué a actuar en épocas anteriores. Mi madre, mis hermanos se daban cuenta y sufrían mientras que yo, en mi alucinación, creía que ellos también jugaban o se reían de mí. Y pensando en eso, yo hacía lo que veía hacer a los demás, es decir, jugaba con ellos, al menos eso pensaba que hacía. Fue terrible cuando me di cuenta que nada era juego, que yo había perdido casi por completo mi capacidad de discernimiento. Entonces no supe cómo actuar, no supe qué hacer. Opté por imitar el comportamiento de los otros. Debo decir que esto fue fácil para mí, no en vano me había pasado gran parte de mi vida observando a los demás. Había que aparentar ser normal y creo que lo logré porque yo puedo mirar, como en un espejo, la manera cómo me conduzco en el rostro de quienes conversan conmigo pues sus reacciones me lo dicen. Pero, ya les digo, yo sé disimular muy bien. Disimula mula disimula. Nadie debe darse cuenta de estas ideas locas que tengo en la cabeza. Disimula mula disimula. ¡Ayúdame Dios mío!
Me gustaría poder comprender todo lo que me sucede pero no puedo, reconozco que no puedo comprenderlo. Me siento impotente. Estoy entrampado en un callejón sin salida. Sé que necesito ayuda pero me es imposible pedirla. Me siento solo, en una soledad que yo mismo busco. Fueron tantas las veces que busqué la soledad, que me hundí en el mutismo, que ya estoy en un infierno cuya salida no puedo encontrar. Lo peor de todo es que parezco acostumbrado a ese infierno. Pero no, no; yo sé que busco superar ese estado de cosas porque llegan tiempos en que deseo la compañía de otras personas, de mis amigos, y entonces sólo atino a confundirme en la multitud que camina por las calles y en esos momentos siento aliviada mi misantropía, me siento bien rodeado de tanta gente que no conozco y que no me conoce.
Y pensar que tengo un verdadero terror a que la gente se fije en mí. Y pensar que busco llamar la atención de la gente. Pero si hago algo bien y me felicitan por ello, eso me basta para comenzar a hacerlo mal. No me puedo controlar, les digo que no me puedo controlar. Por otro lado, si la gente hace como que no se da cuenta de lo que hago bien me siento fastidiado porque no se valora mi trabajo. Un día sí un día no. Un día sí un día no. Quisiera poder comprenderme a mí mismo. Quisiera que cuando mi trabajo llame la atención por ser bueno no desaparezca en mí la capacidad de hacerlo, que no me inhiba. A veces sí a veces no. A veces sí a veces no. ¿O es que realmente nada valgo y esto que digo son simplemente divagaciones de un petulante? Sí, muchas veces he llegado a pensar que nada valgo y en esas ocasiones ningún efecto positivo tiene el que me digan lo contrario pues pienso que me están engañando. ¿Es el burro tan burro como el hombre?
Ahora tiemblo. El carro no avanza mucho. Hay demasiado tráfico. Me estoy demorando demasiado. Pero... ¿adónde voy? No lo sé, ya no me acuerdo. ¡Qué importa! Me imagino que llegaré a algún lugar. Mi casaca no abriga mucho. El sol no quema nada. Hace frío. Estoy tiritando. Lo raro es que sólo yo parezco sentir frío. ¿Por qué los demás parecen no sentir frío? ¿O es que disimulan sólo para fregarme? No, lo que pasa es que sólo yo siento frío. Todo es producto de mi cerebro enfermizo.
Ya no sé qué hacer o qué decir. Necesito que me ayuden. Necesito ayuda. ¡Ayúdenme por favor, ayúdenme! Quisiera gritar pero ese grito no alcanza a salir de mis labios. No, no puedo pedir ayuda ahora, me creerían rematadamente loco y eso no, no podría soportarlo, no puede ser. No sé lo que hago. ¿Estará bien o mal? Mi capacidad crítica se ha reducido mucho. Necesito ayuda, pero si no la pido nadie me la dará. Estoy condenado y a menos que alguien sepa leer el pensamiento mi tormento sólo lo conoceré yo y nadie más. Es horrible.
Quisiera ser como los animales que viven libres, sin preocupaciones, sin pensamientos, sin tener ni buenos ni malos pensamientos, que viven libres, libres como el viento. En cambio yo voy arando malamente mi destino. ¿Qué futuro me espera con todos mis problemas?
por
Walter Saavedra

No hay comentarios: