El Prólogo que estamos comentando ahora, se basa en la obra que fue entregada en clase para que los alumnos del curso de “Introducción a la Sociología” del año pasado (El profesor responsable del citado curso fue Manuel Dammert Ego Aguirre, con quien colaboré). El texto lo tengo ahora solamente en fotocopia, y carezco –por descuido mío- de los datos bibliográficos, así que por eso no los mencionaré, cuando menos no ahora. Que se nos perdone también el no haber insertado el número de página respectivo. Pero es un texto pequeño, fácilmente se podrá ubicar lo que se desee. Lo que sí podemos decir es que se trata de una edición soviética.
En otro momento le pediremos los datos a Manuel, porque tengo otra edición del mismo texto, aunque no a la mano. Y, sobre todo, he querido utilizar el mismo texto utilizado por los alumnos, para que pudieran hacer uso del que ellos tienen, para compararlo con este, que les hago llegar. Bueno es señalar que de traducción a traducción hay algunas diferencias, que no alcanzan, generalmente, a ser de tal magnitud que cambien la naturaleza del significado de los textos.
De este pequeño escrito, los estudiantes del citado curso, hicieron un comentario, que, a diferencia del que hago ahora, que he tenido mucho tiempo para comentarlo, ellos lo elaboraron sobre la marcha en el horario destinado a clase. Dichos trabajos de los alumnos fueron publicados por este medio, hace ya algún tiempo.
A los alumnos se les hace recordar que la UNESCO considera que los textos publicados en Internet, son tan válidos como cualquier impresión y que pueden ser citados con toda propiedad, como cualquier otra publicación tradicional, por lo cual ellos pueden considerar ya que esa publicación –y todas las otras que aquí hemos publicado- forma parte de su currículum vitae.
El comentario que realizamos no utiliza, por ahora ningún otro material de Carlos Marx, aparte del explícitamente mencionado (o aquel mínimo que recordamos de nuestras lecturas de tanto tiempo atrás y que, por ahora, al menos, no hemos querido revisar), sino que solamente nos quedamos en el texto materia de este trabajo (ni siquiera hemos querido revisar, por ahora, el texto del cual este es introducción, porque a este se le ha considerado tradicionalmente como si fuera independiente, aunque en realidad no lo sea). Somos conscientes que las críticas a que puede ser sometido, precisamente por este motivo, pueden ser muchas, pero a ellas nos sometemos.
Es la forma en que tratamos de acercarnos en lo posible, a las condiciones en que los alumnos trabajaron... aunque hemos dispuesto de mayor tiempo para la reflexión, pero no nos hemos salido de las líneas generales que ellos tuvieron, ya que también pudieron analizarlo durante una semana antes del comentario formal en el aula, en el que utilizaron todos los textos que creyeron conveniente, inclusive, por supuesto, el mismo texto que tuvieron que comentar.
Empecemos manifestando que Carlos Marx tiene un deseo ferviente de mostrar que esta Introducción (comentada por nosotros) tiene como finalidad mostrar que su trabajo (en este caso “Contribución a la Crítica de le Economía Política”) está basado en la realidad, que es un estudio concienzudo de la Economía Política. De esta manera denomina él –en este trabajo- lo que hoy llamamos Ciencias Sociales.
También nos hace ver Marx, lo que hoy en día es de común conocimiento, que las Ciencias Sociales tocan intereses económicos y políticos de muchos sectores, de muchas personas, y por eso es que, estas ciencias, tienen opositores tan resueltos en todo aquello que estudian e investigan:
“Este esbozo sobre la trayectoria de mis estudios en el campo de la Economía Política tiende simplemente a demostrar que mis ideas, cualquiera que sea el juicio que merezcan, y por mucho que choquen con los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos años de concienzuda investigación”.
Marx se interesa –y es su mayor preocupación que se comprenda bien esto- por manifestar que sus opiniones no son una elaboración quimérica de su pensamiento, sino que han sido extraídas de los datos de la realidad, que ha estudiado concienzudamente. Por esto puso, al final de la Introducción, las siguientes líneas:
“Y a la puerta de la ciencia, como a la del infierno, debiera estamparse esta consigna:
Déjese aquí cuanto sea recelo,
Mátese aquí cuanto sea vileza.
(Dante. La divina comedia.)”
Efectivamente, la ciencia debería ser así. El investigador no tendría en modo alguno que inmiscuir sus intereses mundanos con lo investigado pues contamina sus trabajos, si no durante el proceso de recojo de datos, en el proceso de interpretación de los mismos. ¿Está acaso Marx llamando a los científicos a ser imparciales? ¿Hasta qué punto lo fue él mismo? Porque, ponerse de lado de un sector, como políticos, no quiere decir que se adopte la misma actitud en cuanto se haga ciencia (hablaremos de esto luego).
Marx manifiesta que tampoco el investigador debería distraer su atención en temas que no le interesan o no son propios de aquellos en los cuales trabaja.
“Mi colaboración desde hace ya ocho años en el primer periódico anglo-americano, el New York Daily Tribune, me obligaba a desperdigar extraordinariamente mis estudios, ya que sólo en casos excepcionales me dedico a escribir para la prensa correspondencias propiamente dichas”.
Me parece que debe ser relevado lo que dice referente a su trabajo en Inglaterra. Él quería dedicarse por entero a sus estudios, ser un investigador y político a tiempo completo, pero no podía, porque necesitaba trabajar para vivir:
“Lo que sobre todo me mermaba el tiempo de que disponía era la necesidad imperiosa de trabajar para vivir”.
En muchas ocasiones Federico Engels lo ayudó económicamente, porque la situación de Marx era tal, que incluso perdió a alguna de sus hijas. Pero, no se escucha, en el tono con que habla, una queja porque tuviera que vivir mal, sino porque la mala situación económica le impide investigar.
Es importante constatar que Marx va elaborando sus trabajos según avanza, y lo hace dándoles la forma de monografías, cuya finalidad primordial a que se destinaba era
“para el esclarecimiento de mis propias ideas”,
lo que ayuda mucho en el trabajo, porque innumerables ideas se le van ocurriendo al investigador mientras avanza en su trabajo pesquisitivo y esta forma de irlas recogiendo le ayuda comprenderlas mejor.
No se puede dejar –todo el trabajo de comprensión de los materiales que se van encontrando- para después, para cuando se esté en la etapa de elaboración de los datos recogidos, porque para ese momento ya puede uno haberse olvidado de lo que esos datos le sugerían en su momento inicial.
Por supuesto que esas monografías, no estaban destinadas
“para su publicación”,
porque podrían –por cierto- ser simplemente ideas larvarias y hasta inconexas, que solamente el autor sabría comprender. De allí que se comprenda que no necesariamente se publicarían, o se elaborarían, ya que su destino era el proporcionar al autor material de reflexión, cuyos elementos conceptuales serían aplicados para pensar otros materiales y explicarlos mejor. Por esto manifiesta que
“la elaboración sistemática de todos estos materiales con arreglo al plan apuntado dependerá de circunstancias externas”.
Como es un autor que se rige por criterios eminentemente políticos, la marcha de la sociedad que estudia puede hacer que los publique, de lo contrario los dejará durmiendo el sueño de los justos. Las circunstancias externas a que se refiere son aquellas que se dan en la sociedad en la que vive y para la cual escribe, aquellas que se escapan a su voluntad e inclusive se imponen a su voluntad (la muestra es que poco después de escrito este trabajo, Marx tuvo que salir de Alemania).
Él quiere ir mostrando en su trabajo, un encadenamiento de los elementos que vayan teniendo un orden que surjan
“de lo particular a lo general”,
para que se vea que esos elementos que muestra, dan como resultado las conceptualizaciones teóricas a las que llega. Nos dice que una introducción general tiene, para él, la misión de mostrar lo que ha encontrado, de
“adelantar los resultados”,
presentar algo así como conclusiones. Claro, eso podría, dada su situación polémica, perjudicarlo más que beneficiarlo. Es así que, adelantar resultados,
“más bien sería un estorbo”.
Este carácter polémico, en que se encontraba para esta época, es mostrado por las siguientes palabras, claras, que lo dan a conocer:
“El lector que quiera realmente seguirme deberá estar dispuesto a(..)”
Hay también algo de desánimo aquí, en estas palabras antecitadas. Se ve que sabe que no muchos querrán seguirlo en sus reflexiones, por eso es que quiere mostrar empíricamente lo que quiere demostrar teóricamente. Su situación económica, que lo obligaban a realizar trabajos que no deseaba, para poder subsistir, así lo dan a entender. El tono de sus palabras, no del todo optimistas, así también nos lo hacen conocer.
Evidentemente, lo que al inicio quería mostrar Marx era otra cosa, no hablar de economía. Quizá explayarse en política, historia o filosofía, áreas a las que estaba dedicando su atención preferentemente. Esto es lo que nos hace pensar el que diga:
“En cambio, me parecen oportunas aquí algunas referencias acerca de la trayectoria de mis estudios de Economía Política”.
En realidad lo que va a hacer es una exposición corta de sí mismo, de su trayectoria, para mostrar que sus estudios de Economía Política (de Ciencias Sociales) tienen bases y que él no es un improvisado.
Señala Marx que estudió en la Universidad, aunque no dice dónde:
“Mis estudios profesionales eran los de Jurisprudencia”.
No se sintió cómodo en esa profesión. Por eso, señala que, de la jurisprudencia,
“sólo me preocupé como disciplina secundaria”,
sin llegar a dejarla de lado.
La política tiene pues un lugar en sus reflexiones, en tanto abogado, pero sin que eso signifique dedicarse a ella como profesión. La formación profesional que ha tenido es importante: Siempre, la formación académica que uno ha tenido, la primera profesión que estudia, lo deja a uno marcado con mayor fuerza que las posteriores. Su influencia se verá. Aunque hay siempre algunos que logran dejar su área de influencia completamente.
De la Jurisprudencia, se ocupa secundariamente Marx, pues lo que reclama su atención son la
“Filosofía y la Historia”.
Era un profesional de la jurisprudencia ¿por qué tuvo que comenzar a estudiar Economía Política? La necesidad de explicar algunas materias que se encontraba estudiando, como redactor de una revista:
“En 1842-43, siendo redactor de la Rheinische Zeitung, me vi por vez primera en el trance difícil de tener que opinar acerca de los llamados intereses materiales”.
No fue antes, que tiene que dar su opinión, sino más bien después: en 1844, según se puede apreciar posteriormente, en este mismo texto. Esta Introducción, que comentamos, fue escrito en 1859, así que habían pasado ya 15 años desde esa fecha en que se vio precisado a ocuparse de economía por primera vez. En realidad, fue una preocupación de tipo político lo que lo llevó a buscar información sobre esa área de la ciencia. Y, sobre todo, debido a que
“en aquellos tiempos en que el buen deseo de «marchar adelante» superaban con mucho el conocimiento de la materia”.
Fue la lucha de los campesinos de Mosela lo que lo llevan a buscar comprender la Economía Política. No olvidemos que Marx era ya, para entonces, un activo partidario de los los sectores populares, aunque no tuviera los fundamentos que posteriormente llegara a desarrollar.
“Los debates de la Dieta renana sobre la tala furtiva y la parcelación de la propiedad del suelo, la polémica oficial mantenida entre el señor von Schaper, a la sazón gobernador de la provincia renana, y la Rheinische Zeitung acerca de la situación de los campesinos del Mosela, y, finalmente, los debates sobre el libre cambio y el proteccionismo, fue lo que me movió a ocuparme por vez primera de cuestiones económicas”.
Si él no llegaba a comprender bien toda esta situación, quiere decir que era un socialista emotivo. Como muchos, si no todos, comienzan siéndolo en algún tiempo, para luego fundamentar sus emociones. Es decir, se acercan a los sectores más desfavorecidos, para solucionar sus problemas. Precisamente porque los comprenden, aunque no los puedan explicar teóricamente. Marx era de origen burgués. No lo olvidemos.
“La Rheinische Zeitung dejaba traslucir un eco del socialismo y del comunismo francés, teñido de un tenue matiz filosófico”.
Esta era una lucha que los socialistas alemanes de esa gaceta llevaban adelante, de una manera muy imperfecta a su juicio.
“Yo me declaré en contra de aquellas chapucerías”.
Sabía que los planteamientos de esos socialistas estaban malos. Pero no podía plantear coherentemente algo diferente. Solamente utilizaba, aquí, el plano teórico para darse cuenta de lo mal que estaban esos planteamientos, no conocía la realidad. Estaba en lo abstracto, no conocía lo concreto. Había que ir a la realidad para comprobar. Había que ir de lo abstracto a lo concreto, pero sin tener lo abstracto como determinante sino solamente como una pauta de trabajo. Pero tengamos en cuenta que en las abstracciones de las que partían muchas cosas estaban erradas. Él mismo llegaría a conclusiones diferentes, a abstracciones diferentes.
Ese era el camino que Marx creía correcto para demostrar el error. Por ello dice:
“Pero confesando al mismo tiempo redondamente, en una controversia con la Aligemeine Zeitung de Augsburgo, que mis estudios hasta entonces no me permitían aventurar ningún juicio acerca del contenido propiamente dicho de las tendencias francesas”.
Su desconocimiento era muy grande. No había sido ese su campo de acción hasta ese entonces. Para poder opinar con razón es que se introduce en el estudio de la Economía Política. La necesidad lo impulsó a hacerlo. Es lo mismo que hacen todos los científicos sociales, incluso, por supuesto, aquellos que más lejos están de sus puntos de vista: Si se desconoce una materia, se la debe estudiar para poder opinar sobre ella.
Él debía tomar la iniciativa en el estudio de la problemática, para ayudar en los esfuerzos que se hacían con la finalidad de que fuese solucionada a favor de los campesinos de Mosela. El caso es que él trabajaba en esa revista, con cuya línea discrepaba. Sus opiniones tenían fuerza en esa revista. Incluso cuando no eran compartidas. Y eran unas opiniones de las más extremas para su tiempo.
La revista, en la que Marx trabajaba, se vio atacada por el gobierno, quien amenazaba con cerrarla. Para quitar del medio a un redactor tan incómodo como él. Lo enviaron a estudiar el problema y, así, sin él ya estorbando, poder suavizar aún más sus criterios editoriales para congraciarse con el poder político:
“Con tanto mayor deseo aproveché la ilusión de los gerentes de la Rheinische Zeitung quienes creían que suavizando la posición del periódico iban a conseguir que se revocase la sentencia de muerte ya decretada contra él, para retirarme de la escena pública a mi cuarto de estudio”.
De aquí en adelante, podemos ver el desarrollo de su labor en una materia que le era completamente desconocida, para lo cual aplica los métodos de trabajo que había aprendido en la Universidad y entre los grupos en los que militó. Esto es interesante, para quienes estamos comenzando, especialmente a los alumnos (estén o no de acuerdo con las ideas políticas de Marx. El sistema general de trabajo que aquí se muestra, es pasible de ser utilizado por todos, porque todos aquellos que realizan una investigación lo utilizan con mayores o menores variaciones. No es cuestión pues de estar de acuerdo con él para utilizarlo), a realizar trabajos en este medio, sobre todo.
Como abogado, para ver la problemática de los campesinos de Mosela, y viéndolo desde el punto de vista jurídico, quiso resolver las dudas que en este nivel se le presentaban:
“Mi primer trabajo, emprendido para resolver las dudas que me asaltaban, fue una revisión critica de la filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya introducción vio la luz en 1844 en les Deutsch Pranzósische Jahrbücherts, que se publicaron en París”.
Enfatizamos que –ya se ha dicho antes- sus conclusiones no serían de carácter jurídico o político, sino que solamente fueron el inicio de aquello que lo llevaron a la necesidad de inmiscuirse en el aspecto económico (o social, más propiamente hablando). Comprendió entonces que era la economía la que permitía comprender las demás:
“Mi investigación desembocaba en el resultado de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por las mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que radican, por el contrario, en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel, siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de «sociedad civil», y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la Economía Política”.
Estas son sus conclusiones. No discutiremos ahora este aspecto, que es uno de los que más ha sido criticado desde que lo formulara. Por ahora solamente daremos los elementos mínimos que él mismo expone para que cada uno tenga un conocimiento de su criterio, expuesto precisamente por él mismo y no por otros.
Repetimos: Marx señala que lo jurídico y lo político, existiendo independientemente, sólo pueden comprenderse si se les relaciona con la economía. Por lo menos hasta aquí no vemos que se diga que no sean independientes. Son aseveraciones teóricas, que va obteniendo de sus estudios. Hegel le daba la pauta. Marx tenía que continuar y demostrar su carácter verdadero, objetivo.
En realidad, las condiciones materiales de vida, no son sino las relaciones que se entablan entre los seres humanos, así, en general. La economía política, es decir las ciencias sociales de manera indiferenciada, y en este conjunto de ciencias se destaca la sociología, incluso más que la economía.
Cuando iniciaba sus estudios, no los pudo continuar, porque finalmente la revista fue cerrada. Marx desterrado. Los estudios de economía, propiamente, los inicia en París:
“Mis estudios de Economía Política, comenzados en París”.
De París fue nuevamente desterrado.
“En Bruselas, a donde me trasladé en virtud de una orden de destierro dictada por el señor Cuizot, hube de proseguir mis estudios”.
Aquí, en Bruselas, en 1845, se encuentra con Federico Engels, con quien coincide en cuanto a los puntos de vista, y deciden hacer un trabajo conjunto para desarrollar sus criterios y tener mayor claridad en la comprensión de la realidad. Su objetivo era la publicación del mismo, pero no se logró:
“El propósito fue realizado bajo la forma de una crítica de la filosofía posthegeliana. El manuscrito -dos gruesos volúmenes en octavo- llevaba ya la mar de tiempo en Westfalia, en el sitio en que había de editarse, cuando nos enteramos de que nuevas circunstancias imprevistas impedían su publicación. En visto do esto, entregamos el manuscrito a la crítica roedora do los ratones, muy de buen grado, pues nuestro objeto principal: esclarecer nuestras propias ideas, estaba ya conseguido”.
¡Escribieron un libro solamente para esclarecer sus ideas! Estuvieron dispuestos a darlo a conocer, a publicarlo, pero como ese no fue su objetivo final, no se contrariaron de que no fuese impreso. Otros trabajos realizan aparte de ese, que sí llegaron a ser publicados:
“Entre los trabajos dispersos en que por aquel entonces expusimos al público nuestras ideas, bajo unos u otros aspectos, sólo citaré el Manifiesto del Partido Comunista redactado por Engels y por mí, y un Discurso sobre el librecambio, que yo publiqué”.
Luego de todos estos estudios, comprobó que lo que había leído en Hegel, tenía bases, pero debían ser probadas, fundamentadas con un estudio profundo de la realidad. Que tuvo una orientación política, es cierto. Difícilmente encontraremos un investigador que no lo tenga. Pero la cuestión está en elevarse de ese criterio para exponer abstractamente y probar esas abstracciones con elementos específicos de la realidad que se ha estudiado.
El investigador no es un militante político. Es decir, no actúa en tanto tal, así pueda ser militante de alguna organización política, si quiere trabajar para alguna empresa que no esté de acuerdo con sus ideas políticas. El investigador debe elevarse más allá de lo político, porque en tanto sepa exponer sus puntos de vista adecuadamente, con criterios científicos, que significa expresar una realidad determinada en abstracciones, estará también sirviendo a sus convicciones. Las abstracciones no tienen que ser expresadas citando extensamente políticas determinadas... a menos que sea ciencia política.
La ciencia no habla de servir a alguien, si tiene que ser ciencia. Lo que pasa es que la ciencia puede ser utilizada por este o aquel grupo o personas. En ciencia, entonces, encontramos un aspecto general, y un aspecto particular. El aspecto general es el más abstracto. El particular, sin dejar de serlo, baja más a lo específico y puede permitir que el científico tome partido, si así lo desea. Nosotros podemos decir que todos somos políticos, y estar de acuerdo con este aserto, pero no todos estarán de acuerdo. Y no tomarán partido... aunque ello signifique ponerse al lado de algún sector, generalmente, el que está en el poder.
Pero, sobre todo, no se debe confundir al científico militante, con el científico, así, a secas. Aunque es nuestro deber dejar bien claro que hoy en día más que nunca antes, la ciencia se ha convertido en un arma de la política. Lo que Karl von Clausewitz decía acerca de la guerra, lo podemos hoy en día decir acerca de la ciencia: La ciencia es la continuación de la política, por otros medios. Se usa a la ciencia políticamente, de manera extensa e intensa. Y esto es tanto más así en el caso de aquellos que hablar de apoliticismo.
La ciencia es un instrumento de la política. Pero, como todo instrumento, la ciencia no tiene que ser, en sí misma, política. Si no diferenciamos esto, nuestros trabajos tendrán siempre un sesgo que no deberían tener, es decir, buscaremos probar aquello que ya tenemos en la cabeza, y no iremos a estudiar la realidad para aprender de ella sino para imponerle nuestras concepciones. Y quien actúa de esta manera, no es científico.
No decimos pues que un científico no pueda tener una posición política. Muy por el contrario, lo consideramos muy positivo. Pero, debe diferenciar lo científico de lo político. Como debe diferenciar lo filosófico de lo político. Sabemos también, que solamente la actividad política permite a un ser humano elevarse a una mayor comprensión de todo aquello que estudia, porque le permite la discusión, el enfrentamiento de ideas, la confrontación de puntos de vista, la defensa y el ataque de criterios, elementos que resultan tan esenciales en todo trabajo científico que se precie de tal.
Quienes quieren una universidad apolítica simplemente no saben lo que quieren, ni tienen una idea clara de lo que es la política, o quieren que todos estén de acuerdo con ellos. El mal del peruano es que quiere tener siempre la razón... aunque sepa que no la tiene. Y esto es eminentemente anticientífico.
Pero también, debemos comprender que una ciencia, si es bien estructurada, formulada y elaborada, puede servirle a cualquiera, así no esté de acuerdo con las teorías específicas. Un científico que se llama político, si prueba sus puntos de vista de manera clara y tomando los datos de la realidad de manera fehaciente, pondrá esos datos al servicio de quien quiera utilizarlos. Lo mismo sucederá con aquel científico que se llama apolítico. La historia da ejemplos abundantes de este tipo de casos.
Volvamos a Marx. El descubrir la importancia esencial de la Economía, significó que este descubrimiento fue lo que posteriormente,
“sirvió de hilo conductor a mis estudios”,
por lo que expone los aspectos teóricos pero ya surgidos de elementos empíricos y que, como él mismo dice, forman el nervio de sus trabajos posteriores.
Aquí pondremos la cita completa, a pesar de ser muy extensa (para que todos tengan una visión de conjunto de lo que dice Marx y puedan darse cuenta de si erramos o no en nuestros comentarios), y luego la iremos desagregando, mientras la comentamos:
“El resultado general a que llegué(...) puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre entro los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de esto conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por su conciencia, sino, que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso, en la formación económica de la sociedad, el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica, del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida do los individuos. Pero las fuerzas productivas quo se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por tanto, la prehistoria de la sociedad humana.”
Aquí podemos ver claramente, que lo que Marx llama aquí “relaciones de producción”, no son sino las relaciones que todos entablamos, y que ahora conocemos como objeto de estudio de la sociología y de la antropología, propiamente hablando. Cuando Marx dice: “el conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad”, está llamando “estructura económica” a la sociología, está diciendo que economía son las relaciones que entablan los hombres.
La “producción social” de los hombres, está formada por las “relaciones de producción”, y por las “fuerzas materiales”. Esto no necesariamente se circunscribe a una fábrica, sino que se extiende a toda la sociedad, aunque los hombres no estén trabajando. Las formas como los hombres se relacionan entre ellos, son “independientes de su voluntad”, en el sentido de que no siempre comprenden lo que hacen, lo siempre la voluntad domina la acción del ser humano. No está presente la conciencia en el conjunto del actuar del individuo y tampoco lo está en el actuar de los grupos que conforma. Esto está suficientemente explicado por la psicología. Por todas las escuelas, no solamente por alguna en particular.
Las relaciones de producción y las fuerzas productivas se corresponden. En el sentido en que aquellas solamente pueden nacer de éstas, pero también éstas tienen su origen en ellas, en tanto hay una relación dinámica, dialéctica, entre ambas. Pero no quiere decir que todas las fuerzas de producción tengan su origen en determinadas fuerzas productivas, es decir que estas solamente utilicen aquellas si les da origen. Muchas relaciones existentes antes aun persisten en otras posteriores.
Las relaciones de producción, a las que llama la estructura económica (perdónesenos la abundancia de la reiteración de este aspecto), no es área de la producción, sino el área del contacto social en general, mucho más amplio que el estar en una fábrica, por ejemplo, produciendo mercancías. Esto es lo que dice Marx cuando señala que: “El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad”. La estructura económica no es, pues, la economía, tal como la conocemos hoy, concibiendo así la producción, sino las relaciones humanas, que llamamos hoy sociología, lo que Giddens llama “la vida social humana”. Entonces es sobre esta vida social humana, que estudia la sociología, que se “que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social”. No es pues sobre la economía, sino sobre las relaciones sociales en las que están incluidas, lo que hoy día conocemos como las relaciones económicas.
“El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general”. Aquí sí se ve que la forma en que los hombres producen, “condiciona” todo lo demás. Pero no es algo mecánico, sino que, como es lógico en la vida humana, siempre hay autonomía... pero lo más importante para el hombre, en general, es lo económico... aunque algunos piensan que no es así, cuando tienen este problema solucionado y convencen a otros que no lo tienen solucionado, que no importa y éstos, creyéndolo así, se sienten en la verdad absoluta y quieren que todos sean como él, lo que no es... no debe ser así.
El ser social -es decir, las relaciones que se entablan entre los hombres-, es lo que señala qué es lo que piensan. La psicología de masas lo ha demostrado. “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”. Pero, no todos los hombres piensan en grupo, no somos unos corderos que vamos tras nuestro pastor, simplemente. Somos seres individuales, que pensamos críticamente. Marx no está hablando del individuo, sino de la generalidad, de lo social. Si esto lo aplica al individuo, obviamente que estaría equivocado, muy equivocado, pero en tratándose de lo social, no lo está. Solamente se ven los rasgos comunes, no los individuales.
Un individuo no puede imponer su voluntad omnímodamente, porque siempre ha de chocar con las voluntades de los otros individuos. En una sociedad nada se hace de manera absolutamente individual, porque los condicionamientos son siempre sociales, nadie puede huir de los aspectos culturales de la sociedad en la que se ha desarrollado... así las combata. Puede combatirlas, dejar de lado algunas, pero eso no significa que se haya librado del todo de ellas. Se puede cambiar, como lo demuestra la evolución de la sociedad, pero no basta la conciencia para tal cambio. Se precisa también tiempo.
La cultura sobrevive y no es eliminada violentamente, a costa de provocar severos problemas sicológicos. La mayoría de las personas opta por aceptar lo nuevo que se impone sin eliminar lo anterior, sino enmascarando lo viejo en las nuevas apariencias. Hay cambios, sí, por supuesto. Pero se da más un sincretismo (que algunos llaman hibridismo), que una sustitución absoluta de lo nuevo por lo viejo, en cultura, por supuesto.
Es importante señalar que Marx nos dice que “las relaciones de propiedad” no son sino “la expresión jurídica” de “las relaciones de producción”. Lo que quiere decir que siempre ha existido la propiedad, y siempre existirá (sea de uno, sea de todos, siempre existirá). “Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes(...) dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social”. Es decir, el hombre ya no produce para satisfacer las necesidades propias, sino para satisfacer los apetitos egoístas del dueño de los medios de producción. Por supuesto, lo esencial es que ahora el dueño del medio de producción ya no coincide con el propietario de ese medio de producción, sino que son diferentes. Sin que esto signifique desconocer que hay esa misma coincidencia, en los pequeños productores. Pero, en una sociedad, quienes se imponen son los que más poder económico tienen y por ello tienen mucha gente que trabaja para ellos.
El capitalismo es antagónico, “no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida do los individuos”. Es una cuestión de clases. La palabra “clases”, o la expresión “lucha de clases”, no fue inventada por Marx, sino que se utilizó ampliamente mucho antes que él. Pero se popularizó en el mundo precisamente por él. No se extreme, la expresión “clase social”, en el sentido de que no se puede ver a los burgueses. Es curioso, se puede conversar con ellos, hacer vida social con ellos, pues el antagonismo no es individual, sino social. Se les enfrentará como grupo, no como individuos. En el Perú todo es tan maniqueo que quien piensa de una manera no puede juntarse con quienes piensan diferente, aunque esta “diferencia” sólo se dé en la forma mas no en la esencia. En política es fácil distinguir por esto los diferentes grupos, porque siempre están relacionándose simplemente entre ellos.
Se ha perdido la capacidad de discusión, porque todo es enfrentamiento, en el mal sentido de la palabra. Nadie quiere aprender, ni demostrar argumentalmente sus puntos de vista. Todos quieren ganar. Y este criterio de traslada al campo científico, donde se quiere ganar por mayoría... como si la ciencia consistiese en eso y no en demostrar empíricamente los enunciados teóricos. Sin pasar por alto que la palabra “teoría” se ha corrompido de tal manera que significa ahora algo completamente alejado de la realidad, incluso para muchos científicos (por paradójico que pueda parecer).
¿En qué consiste la traba al desarrollo de las fuerzas productivas? ¿En que en un primero momento hay una preocupación por la sociedad, o por los trabajadores, y luego ya no existe más? La Revolución francesa tuvo lugar en 1789, Marx escribe esto en enero de 1859. Han pasado 70 años. En 1848 la población de París luchaba contra la burguesía: pasaron 59 años. Si hablamos de Inglaterra, la revolución capitalista se dio en el siglo XVII, habían pasado ya dos siglos. Marx plantea que desde que la burguesía toma el poder político ya está lista para ser despojada de él.
“Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización”. ¿Qué se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella? Hasta hoy en día se siguen desarrollando las fuerzas productivas... ¿o no es un desarrollo? El mismo Marx reconoció que en su tiempo seguían desarrollándose en otros lugares, es cierto, pero seguían desarrollándose.
El capitalismo ha seguido desarrollándose en ese sentido. No sabemos hasta qué punto ha de seguir desarrollándose. La lucha por los mercados hoy –expresada en la globalización, proceso que encabeza y representa Estados Unidos- en día dicta la necesidad de elevar la productividad, de hacer que esas fuerzas productivas sean cada día más eficientes con relación a las necesidades del mercado: abaratar el precio para desplazar a otras mercancías. Ahora el abaratamiento del precio va unida al empeoramiento de la calidad, pero se hace una campaña sostenida para que se acepte lo barato y malo a lo caro y bueno. Es un fenómeno mundial. Mientras la lucha por los mercados siga, el desarrollo de las fuerzas productivas también seguirá.
En cuanto a las relaciones de producción, se está dando del fenómeno de que, ese desarrollo, ha creado una gran desocupación, para lo cual se yergue como solución la informalidad, tanto en la venta como en la producción, pero mayor es la venta, de productos de llegan de fuera, con un fuerte acento en el contrabando. Los propietarios de las fuerzas productivas son cada día menos, la riqueza se concentra cada vez más en menos manos. El mercado se ha convertido en un campo donde se libra una guerra incruenta, por ello es que generales del ejército norteamericano, especialmente con experiencia en guerras, dictan cursos de estrategia en mercadotecnia.
Las fuerzas productivas se desarrollan, lo que disminuye es la gente que es propietaria de esas fuerzas productivas. Las experiencias socialistas no han desarrollado las fuerzas productivas. Todas las sociedades que hoy en día así se llaman, tienen una pobreza en este rubro que no son dignas de imitarse. La URSS se preocupó más por desarrollar su poderío militar que su poderío económico real, que llevase a su población a la satisfacción de sus necesidades.
“Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella”. No se está hablando del cambio de lo político como lo esencial. La base económica la cambia la burguesía antes de la toma del poder, es decir, antes de instaurar el Estado burgués. Cuando la burguesía se hace del Estado, se dice aquí, ya ha cambiado casi por completo la base económica. Al tener el poder económico, cambia todo el sistema de pensamiento existente, y posteriormente se hará del poder político.
“Cuando se estudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo”. Aclaremos que, aquí, Marx expresa que “las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas” son “formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia”. Marx no puede decir –cuando menos no aquí, en este texto- que todo lo político, todo lo jurídico, todo lo artístico, todo lo filosófico sea necesariamente negativo o, cuando menos, alejado de la realidad por ser una forma ideológica. Ya habrá oportunidad de analizar los textos anteriores a este, para confirmar este aserto.
Al estudiar las revoluciones es preciso distinguir los cambios materiales, es decir, los cambios que se dan en las relaciones entre los individuos y en los instrumentos de producción, a los cambios que se dan en la mente de los hombres: lo ideológico. Lo ideológico, son formas de conciencia -esto es, de pensamiento-, son sistemas de ideas. Son ideas que no involucran, necesariamente, lo que origina la idea. No se dice que sean solamente negativas, o que no interpreten a la sociedad correctamente. Se incluye tanto a las ideas (o sistemas de ideas) correctas y a las incorrectas. Por eso es que se dice que con esas formas ideológicas “los hombres adquieren conciencia del conflicto y luchan por resolverlo”. Si la ideología fuera solamente negativa, no podrían resolver el conflicto, como deja entrever Marx, claramente.
Claro que también hay todavía un uso del término “ideología” con el significado negativo corriente en Alemania. Esto se puede ver en estas partes en que habla de Federico Engels:
“Cuando, en la primavera de 1845, se estableció también en Bruselas, acordamos contrastar conjuntamente nuestro punto de vista con el ideológico de la filosofía alemana; en realidad liquidar cuentas con nuestra conciencia filosófica anterior”.
Aquí ideología está siendo usada en el sentido de una teoría que no tiene nada que ver con la realidad. En esta parte sí, ideología, tiene una clara connotación negativa, por lo alejada de la realidad, o porque la tergiversa, inclusive. No se dice que no haya surgido de una realidad determinada. Se podría entender que podría haber surgido en otro momento de la misma realidad, en un pasado lejano, en fin, tantas cosas que le podrían conferir positividad, pero que no usada con criterio se convierte en algo negativo. También se podría entender que se trataría de algo que no sirve para nada porque no tiene ninguna relación con la realidad, ni la ha tenido nunca. Es el significado corriente que tiene entre nosotros la palabra “teoría”, entre los profesionales que no han desarrollado sus conocimientos científicos, en tanto tales. Como quiera que sea, ya para 1845, había comenzado el cambio de su pensamiento, y el libro “La ideología alemana” –escrito entre Marx y Engels- es producto de este nuevo punto de vista.
“Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por su conciencia, sino, que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción”. Claro, un individuo no es capaz de saber con toda certeza, por sí mismo, lo que es, lo que significa, lo que puede. Esto no lo anula, no dice que es incapaz, puede en determinados momentos darse cuenta de sus capacidades y sus posibilidades, indudablemente. Pero la subjetividad es muy grande y los mismos sentimientos echan frecuentemente un paño oscuro en su mente y nubla muchos de sus razonamientos.
Con el conjunto de la sociedad sucede algo similar, y quizá sea aun más acentuado... esta duda se da debido a que estamos tratando de los representantes más esclarecidos de una época, de sus intelectuales, no de cualquier persona. Marx no lo dice, pero es de entenderse de esa manera. No encontramos otra. Porque los intelectuales son la conciencia de una sociedad, en el sentido de ser su parte pensante, reflexiva. La vida material lo explica todo, las formas como los hombres se relacionan entre ellos y como tienen en propiedad los medios de producción.
Épocas en que se divide el progreso social, son –según Marx- los siguientes modos de producción:
1. Asiático.
2. Antiguo.
3. Feudal.
4. Moderno burgués.
“Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica, del proceso social de producción(...) Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por tanto, la prehistoria de la sociedad humana” y llega el modo de producción final:
5. El modo de producción socialista.
En esta Introducción no dice cuáles son las características de cada uno de esos modos de producción. No hacía mucho que Marx comenzó a estudiar todo eso, como sabemos. ¿Es el “modo de producción asiático” lo que Engels denomina comunismo primitivo? Bien puede ser. El antiguo es el esclavista. Ese término era utilizado así ampliamente en ese tiempo, no hay duda alguna: no puede tener otro significado. De cualquier manera, la colaboración entre Engels y Marx duró toda la vida de éste, que murió antes. Lo importante es que Carlos Marx dice que:
“Federico Engels, con el que yo mantenía un constante intercambio escrito de ideas desde la publicación de su genial bosquejo sobre la crítica de las categorías económicas (en los Deutsch-Franzosische Jahrbiicher), había llegado por distinto camino (véase su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra) al mismo resultado que yo”.
Ambos son hegelianos de izquierda, ambos estudian problemas similares, y ambos llegan a las mismas conclusiones teóricas. Entre ellos, como ya se ha dicho, escribieron varios trabajos: La ideología alemana y el Manifiesto comunista.
Pero, fue Marx quien dio forma adecuada a los pensamientos que entre ambos iban surgiendo, y sobre los que intercambiaban puntos de vista:
“Los puntos decisivos de nuestra concepción fueron expuestos por vez primera, científicamente, aunque sólo en forma polémica, en la obra Miseria de la Filosofía, etc., publicada por mí en 1847 y dirigida contra Proudhon”.
El trabajo seguía, pero no pudo realizarse como ellos querían:
“La publicación de un estudio escrito en alemán sobre el Trabajo asalariado, en el que recogía las conferencias que había dado acerca de este lema en la Asociación Obrera Alemana de Bruselas, fue interrumpida por la revolución de febrero, que trajo corno consecuencia mi abandono forzoso de Bélgica”.
Su actividad política lo forzaba a ir de un lugar a otro hasta que pudo echar anclas en Londres.
“La publicación de la Neue Rheinische Zeitung (1848-1849) y los acontecimientos posteriores interrumpieron mis estudios económicos, que no pude reanudar hasta 1850, en Londres”.
En Inglaterra se dedica al estudio intensamente:
“Los inmensos materiales para la historia de la Economía Política acumulados en el British Museum, la posición tan favorable que brinda Londres para la observación de la sociedad burguesa, y, finalmente, la nueva fase de desarrollo en que parecía entrar ésta [la sociedad burguesa] con el descubrimiento del oro de California y de Australia, me impulsaron a volver a empezar desde el principio, abriéndome paso, de un modo crítico, a través de los nuevos materiales. Estos estudios me llevaban, a veces, por sí mismos, a campos aparentemente alejados y en los que tenía que detenerme, durante más o menos tiempo”.
El estudio es Inglaterra, y de allí obtienen todas las conclusiones acerca del agotamiento de la sociedad burguesa, que hace, obviamente, extensiva a Francia, que no hacía mucho tiempo había llevado a cabo su revolución burguesa. Pero, la había hecho extensiva también a Estados Unidos y a Australia, sin conocer la situación particular en esos países. Por eso es que, cuando se topa con datos concretos de estos lugares, se da cuenta que la realidad es completamente diferente a la que había planteado, y que el capitalismo no se había agotado, sino que se renovaba.
¿La nueva fase de desarrollo de la sociedad burguesa? Esto es lo que dice. Que lo manifieste de manera condicional, y con un dejo de perplejidad que se nota en ese “parecía”, no oculta que sea eso lo que diga. Hay pues una nueva fase de desarrollo de la burguesía que Lenin llamaría después imperialismo.
Los estudios de Marx, esencialmente –aunque no descuidó informarse de lo que pasaba en otros lugares del mundo- estuvieron centrados en Inglaterra, que es de donde extrajo los materiales básicos para sus teorías.
“Los artículos sobre los acontecimientos económicos más salientes de Inglaterra y el continente formaban una parte tan importante de mi colaboración [en el New York Daily Tribune], que esto me obligaba a familiarizarme con una serie de detalles de carácter práctico situados fuera de la órbita de la ciencia propiamente económica”.
La necesidad siempre está colaborando con la realidad y la lucha por el conocimiento y/o el cambio social.
En otro momento le pediremos los datos a Manuel, porque tengo otra edición del mismo texto, aunque no a la mano. Y, sobre todo, he querido utilizar el mismo texto utilizado por los alumnos, para que pudieran hacer uso del que ellos tienen, para compararlo con este, que les hago llegar. Bueno es señalar que de traducción a traducción hay algunas diferencias, que no alcanzan, generalmente, a ser de tal magnitud que cambien la naturaleza del significado de los textos.
De este pequeño escrito, los estudiantes del citado curso, hicieron un comentario, que, a diferencia del que hago ahora, que he tenido mucho tiempo para comentarlo, ellos lo elaboraron sobre la marcha en el horario destinado a clase. Dichos trabajos de los alumnos fueron publicados por este medio, hace ya algún tiempo.
A los alumnos se les hace recordar que la UNESCO considera que los textos publicados en Internet, son tan válidos como cualquier impresión y que pueden ser citados con toda propiedad, como cualquier otra publicación tradicional, por lo cual ellos pueden considerar ya que esa publicación –y todas las otras que aquí hemos publicado- forma parte de su currículum vitae.
El comentario que realizamos no utiliza, por ahora ningún otro material de Carlos Marx, aparte del explícitamente mencionado (o aquel mínimo que recordamos de nuestras lecturas de tanto tiempo atrás y que, por ahora, al menos, no hemos querido revisar), sino que solamente nos quedamos en el texto materia de este trabajo (ni siquiera hemos querido revisar, por ahora, el texto del cual este es introducción, porque a este se le ha considerado tradicionalmente como si fuera independiente, aunque en realidad no lo sea). Somos conscientes que las críticas a que puede ser sometido, precisamente por este motivo, pueden ser muchas, pero a ellas nos sometemos.
Es la forma en que tratamos de acercarnos en lo posible, a las condiciones en que los alumnos trabajaron... aunque hemos dispuesto de mayor tiempo para la reflexión, pero no nos hemos salido de las líneas generales que ellos tuvieron, ya que también pudieron analizarlo durante una semana antes del comentario formal en el aula, en el que utilizaron todos los textos que creyeron conveniente, inclusive, por supuesto, el mismo texto que tuvieron que comentar.
Empecemos manifestando que Carlos Marx tiene un deseo ferviente de mostrar que esta Introducción (comentada por nosotros) tiene como finalidad mostrar que su trabajo (en este caso “Contribución a la Crítica de le Economía Política”) está basado en la realidad, que es un estudio concienzudo de la Economía Política. De esta manera denomina él –en este trabajo- lo que hoy llamamos Ciencias Sociales.
También nos hace ver Marx, lo que hoy en día es de común conocimiento, que las Ciencias Sociales tocan intereses económicos y políticos de muchos sectores, de muchas personas, y por eso es que, estas ciencias, tienen opositores tan resueltos en todo aquello que estudian e investigan:
“Este esbozo sobre la trayectoria de mis estudios en el campo de la Economía Política tiende simplemente a demostrar que mis ideas, cualquiera que sea el juicio que merezcan, y por mucho que choquen con los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos años de concienzuda investigación”.
Marx se interesa –y es su mayor preocupación que se comprenda bien esto- por manifestar que sus opiniones no son una elaboración quimérica de su pensamiento, sino que han sido extraídas de los datos de la realidad, que ha estudiado concienzudamente. Por esto puso, al final de la Introducción, las siguientes líneas:
“Y a la puerta de la ciencia, como a la del infierno, debiera estamparse esta consigna:
Déjese aquí cuanto sea recelo,
Mátese aquí cuanto sea vileza.
(Dante. La divina comedia.)”
Efectivamente, la ciencia debería ser así. El investigador no tendría en modo alguno que inmiscuir sus intereses mundanos con lo investigado pues contamina sus trabajos, si no durante el proceso de recojo de datos, en el proceso de interpretación de los mismos. ¿Está acaso Marx llamando a los científicos a ser imparciales? ¿Hasta qué punto lo fue él mismo? Porque, ponerse de lado de un sector, como políticos, no quiere decir que se adopte la misma actitud en cuanto se haga ciencia (hablaremos de esto luego).
Marx manifiesta que tampoco el investigador debería distraer su atención en temas que no le interesan o no son propios de aquellos en los cuales trabaja.
“Mi colaboración desde hace ya ocho años en el primer periódico anglo-americano, el New York Daily Tribune, me obligaba a desperdigar extraordinariamente mis estudios, ya que sólo en casos excepcionales me dedico a escribir para la prensa correspondencias propiamente dichas”.
Me parece que debe ser relevado lo que dice referente a su trabajo en Inglaterra. Él quería dedicarse por entero a sus estudios, ser un investigador y político a tiempo completo, pero no podía, porque necesitaba trabajar para vivir:
“Lo que sobre todo me mermaba el tiempo de que disponía era la necesidad imperiosa de trabajar para vivir”.
En muchas ocasiones Federico Engels lo ayudó económicamente, porque la situación de Marx era tal, que incluso perdió a alguna de sus hijas. Pero, no se escucha, en el tono con que habla, una queja porque tuviera que vivir mal, sino porque la mala situación económica le impide investigar.
Es importante constatar que Marx va elaborando sus trabajos según avanza, y lo hace dándoles la forma de monografías, cuya finalidad primordial a que se destinaba era
“para el esclarecimiento de mis propias ideas”,
lo que ayuda mucho en el trabajo, porque innumerables ideas se le van ocurriendo al investigador mientras avanza en su trabajo pesquisitivo y esta forma de irlas recogiendo le ayuda comprenderlas mejor.
No se puede dejar –todo el trabajo de comprensión de los materiales que se van encontrando- para después, para cuando se esté en la etapa de elaboración de los datos recogidos, porque para ese momento ya puede uno haberse olvidado de lo que esos datos le sugerían en su momento inicial.
Por supuesto que esas monografías, no estaban destinadas
“para su publicación”,
porque podrían –por cierto- ser simplemente ideas larvarias y hasta inconexas, que solamente el autor sabría comprender. De allí que se comprenda que no necesariamente se publicarían, o se elaborarían, ya que su destino era el proporcionar al autor material de reflexión, cuyos elementos conceptuales serían aplicados para pensar otros materiales y explicarlos mejor. Por esto manifiesta que
“la elaboración sistemática de todos estos materiales con arreglo al plan apuntado dependerá de circunstancias externas”.
Como es un autor que se rige por criterios eminentemente políticos, la marcha de la sociedad que estudia puede hacer que los publique, de lo contrario los dejará durmiendo el sueño de los justos. Las circunstancias externas a que se refiere son aquellas que se dan en la sociedad en la que vive y para la cual escribe, aquellas que se escapan a su voluntad e inclusive se imponen a su voluntad (la muestra es que poco después de escrito este trabajo, Marx tuvo que salir de Alemania).
Él quiere ir mostrando en su trabajo, un encadenamiento de los elementos que vayan teniendo un orden que surjan
“de lo particular a lo general”,
para que se vea que esos elementos que muestra, dan como resultado las conceptualizaciones teóricas a las que llega. Nos dice que una introducción general tiene, para él, la misión de mostrar lo que ha encontrado, de
“adelantar los resultados”,
presentar algo así como conclusiones. Claro, eso podría, dada su situación polémica, perjudicarlo más que beneficiarlo. Es así que, adelantar resultados,
“más bien sería un estorbo”.
Este carácter polémico, en que se encontraba para esta época, es mostrado por las siguientes palabras, claras, que lo dan a conocer:
“El lector que quiera realmente seguirme deberá estar dispuesto a(..)”
Hay también algo de desánimo aquí, en estas palabras antecitadas. Se ve que sabe que no muchos querrán seguirlo en sus reflexiones, por eso es que quiere mostrar empíricamente lo que quiere demostrar teóricamente. Su situación económica, que lo obligaban a realizar trabajos que no deseaba, para poder subsistir, así lo dan a entender. El tono de sus palabras, no del todo optimistas, así también nos lo hacen conocer.
Evidentemente, lo que al inicio quería mostrar Marx era otra cosa, no hablar de economía. Quizá explayarse en política, historia o filosofía, áreas a las que estaba dedicando su atención preferentemente. Esto es lo que nos hace pensar el que diga:
“En cambio, me parecen oportunas aquí algunas referencias acerca de la trayectoria de mis estudios de Economía Política”.
En realidad lo que va a hacer es una exposición corta de sí mismo, de su trayectoria, para mostrar que sus estudios de Economía Política (de Ciencias Sociales) tienen bases y que él no es un improvisado.
Señala Marx que estudió en la Universidad, aunque no dice dónde:
“Mis estudios profesionales eran los de Jurisprudencia”.
No se sintió cómodo en esa profesión. Por eso, señala que, de la jurisprudencia,
“sólo me preocupé como disciplina secundaria”,
sin llegar a dejarla de lado.
La política tiene pues un lugar en sus reflexiones, en tanto abogado, pero sin que eso signifique dedicarse a ella como profesión. La formación profesional que ha tenido es importante: Siempre, la formación académica que uno ha tenido, la primera profesión que estudia, lo deja a uno marcado con mayor fuerza que las posteriores. Su influencia se verá. Aunque hay siempre algunos que logran dejar su área de influencia completamente.
De la Jurisprudencia, se ocupa secundariamente Marx, pues lo que reclama su atención son la
“Filosofía y la Historia”.
Era un profesional de la jurisprudencia ¿por qué tuvo que comenzar a estudiar Economía Política? La necesidad de explicar algunas materias que se encontraba estudiando, como redactor de una revista:
“En 1842-43, siendo redactor de la Rheinische Zeitung, me vi por vez primera en el trance difícil de tener que opinar acerca de los llamados intereses materiales”.
No fue antes, que tiene que dar su opinión, sino más bien después: en 1844, según se puede apreciar posteriormente, en este mismo texto. Esta Introducción, que comentamos, fue escrito en 1859, así que habían pasado ya 15 años desde esa fecha en que se vio precisado a ocuparse de economía por primera vez. En realidad, fue una preocupación de tipo político lo que lo llevó a buscar información sobre esa área de la ciencia. Y, sobre todo, debido a que
“en aquellos tiempos en que el buen deseo de «marchar adelante» superaban con mucho el conocimiento de la materia”.
Fue la lucha de los campesinos de Mosela lo que lo llevan a buscar comprender la Economía Política. No olvidemos que Marx era ya, para entonces, un activo partidario de los los sectores populares, aunque no tuviera los fundamentos que posteriormente llegara a desarrollar.
“Los debates de la Dieta renana sobre la tala furtiva y la parcelación de la propiedad del suelo, la polémica oficial mantenida entre el señor von Schaper, a la sazón gobernador de la provincia renana, y la Rheinische Zeitung acerca de la situación de los campesinos del Mosela, y, finalmente, los debates sobre el libre cambio y el proteccionismo, fue lo que me movió a ocuparme por vez primera de cuestiones económicas”.
Si él no llegaba a comprender bien toda esta situación, quiere decir que era un socialista emotivo. Como muchos, si no todos, comienzan siéndolo en algún tiempo, para luego fundamentar sus emociones. Es decir, se acercan a los sectores más desfavorecidos, para solucionar sus problemas. Precisamente porque los comprenden, aunque no los puedan explicar teóricamente. Marx era de origen burgués. No lo olvidemos.
“La Rheinische Zeitung dejaba traslucir un eco del socialismo y del comunismo francés, teñido de un tenue matiz filosófico”.
Esta era una lucha que los socialistas alemanes de esa gaceta llevaban adelante, de una manera muy imperfecta a su juicio.
“Yo me declaré en contra de aquellas chapucerías”.
Sabía que los planteamientos de esos socialistas estaban malos. Pero no podía plantear coherentemente algo diferente. Solamente utilizaba, aquí, el plano teórico para darse cuenta de lo mal que estaban esos planteamientos, no conocía la realidad. Estaba en lo abstracto, no conocía lo concreto. Había que ir a la realidad para comprobar. Había que ir de lo abstracto a lo concreto, pero sin tener lo abstracto como determinante sino solamente como una pauta de trabajo. Pero tengamos en cuenta que en las abstracciones de las que partían muchas cosas estaban erradas. Él mismo llegaría a conclusiones diferentes, a abstracciones diferentes.
Ese era el camino que Marx creía correcto para demostrar el error. Por ello dice:
“Pero confesando al mismo tiempo redondamente, en una controversia con la Aligemeine Zeitung de Augsburgo, que mis estudios hasta entonces no me permitían aventurar ningún juicio acerca del contenido propiamente dicho de las tendencias francesas”.
Su desconocimiento era muy grande. No había sido ese su campo de acción hasta ese entonces. Para poder opinar con razón es que se introduce en el estudio de la Economía Política. La necesidad lo impulsó a hacerlo. Es lo mismo que hacen todos los científicos sociales, incluso, por supuesto, aquellos que más lejos están de sus puntos de vista: Si se desconoce una materia, se la debe estudiar para poder opinar sobre ella.
Él debía tomar la iniciativa en el estudio de la problemática, para ayudar en los esfuerzos que se hacían con la finalidad de que fuese solucionada a favor de los campesinos de Mosela. El caso es que él trabajaba en esa revista, con cuya línea discrepaba. Sus opiniones tenían fuerza en esa revista. Incluso cuando no eran compartidas. Y eran unas opiniones de las más extremas para su tiempo.
La revista, en la que Marx trabajaba, se vio atacada por el gobierno, quien amenazaba con cerrarla. Para quitar del medio a un redactor tan incómodo como él. Lo enviaron a estudiar el problema y, así, sin él ya estorbando, poder suavizar aún más sus criterios editoriales para congraciarse con el poder político:
“Con tanto mayor deseo aproveché la ilusión de los gerentes de la Rheinische Zeitung quienes creían que suavizando la posición del periódico iban a conseguir que se revocase la sentencia de muerte ya decretada contra él, para retirarme de la escena pública a mi cuarto de estudio”.
De aquí en adelante, podemos ver el desarrollo de su labor en una materia que le era completamente desconocida, para lo cual aplica los métodos de trabajo que había aprendido en la Universidad y entre los grupos en los que militó. Esto es interesante, para quienes estamos comenzando, especialmente a los alumnos (estén o no de acuerdo con las ideas políticas de Marx. El sistema general de trabajo que aquí se muestra, es pasible de ser utilizado por todos, porque todos aquellos que realizan una investigación lo utilizan con mayores o menores variaciones. No es cuestión pues de estar de acuerdo con él para utilizarlo), a realizar trabajos en este medio, sobre todo.
Como abogado, para ver la problemática de los campesinos de Mosela, y viéndolo desde el punto de vista jurídico, quiso resolver las dudas que en este nivel se le presentaban:
“Mi primer trabajo, emprendido para resolver las dudas que me asaltaban, fue una revisión critica de la filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya introducción vio la luz en 1844 en les Deutsch Pranzósische Jahrbücherts, que se publicaron en París”.
Enfatizamos que –ya se ha dicho antes- sus conclusiones no serían de carácter jurídico o político, sino que solamente fueron el inicio de aquello que lo llevaron a la necesidad de inmiscuirse en el aspecto económico (o social, más propiamente hablando). Comprendió entonces que era la economía la que permitía comprender las demás:
“Mi investigación desembocaba en el resultado de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por las mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que radican, por el contrario, en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel, siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de «sociedad civil», y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la Economía Política”.
Estas son sus conclusiones. No discutiremos ahora este aspecto, que es uno de los que más ha sido criticado desde que lo formulara. Por ahora solamente daremos los elementos mínimos que él mismo expone para que cada uno tenga un conocimiento de su criterio, expuesto precisamente por él mismo y no por otros.
Repetimos: Marx señala que lo jurídico y lo político, existiendo independientemente, sólo pueden comprenderse si se les relaciona con la economía. Por lo menos hasta aquí no vemos que se diga que no sean independientes. Son aseveraciones teóricas, que va obteniendo de sus estudios. Hegel le daba la pauta. Marx tenía que continuar y demostrar su carácter verdadero, objetivo.
En realidad, las condiciones materiales de vida, no son sino las relaciones que se entablan entre los seres humanos, así, en general. La economía política, es decir las ciencias sociales de manera indiferenciada, y en este conjunto de ciencias se destaca la sociología, incluso más que la economía.
Cuando iniciaba sus estudios, no los pudo continuar, porque finalmente la revista fue cerrada. Marx desterrado. Los estudios de economía, propiamente, los inicia en París:
“Mis estudios de Economía Política, comenzados en París”.
De París fue nuevamente desterrado.
“En Bruselas, a donde me trasladé en virtud de una orden de destierro dictada por el señor Cuizot, hube de proseguir mis estudios”.
Aquí, en Bruselas, en 1845, se encuentra con Federico Engels, con quien coincide en cuanto a los puntos de vista, y deciden hacer un trabajo conjunto para desarrollar sus criterios y tener mayor claridad en la comprensión de la realidad. Su objetivo era la publicación del mismo, pero no se logró:
“El propósito fue realizado bajo la forma de una crítica de la filosofía posthegeliana. El manuscrito -dos gruesos volúmenes en octavo- llevaba ya la mar de tiempo en Westfalia, en el sitio en que había de editarse, cuando nos enteramos de que nuevas circunstancias imprevistas impedían su publicación. En visto do esto, entregamos el manuscrito a la crítica roedora do los ratones, muy de buen grado, pues nuestro objeto principal: esclarecer nuestras propias ideas, estaba ya conseguido”.
¡Escribieron un libro solamente para esclarecer sus ideas! Estuvieron dispuestos a darlo a conocer, a publicarlo, pero como ese no fue su objetivo final, no se contrariaron de que no fuese impreso. Otros trabajos realizan aparte de ese, que sí llegaron a ser publicados:
“Entre los trabajos dispersos en que por aquel entonces expusimos al público nuestras ideas, bajo unos u otros aspectos, sólo citaré el Manifiesto del Partido Comunista redactado por Engels y por mí, y un Discurso sobre el librecambio, que yo publiqué”.
Luego de todos estos estudios, comprobó que lo que había leído en Hegel, tenía bases, pero debían ser probadas, fundamentadas con un estudio profundo de la realidad. Que tuvo una orientación política, es cierto. Difícilmente encontraremos un investigador que no lo tenga. Pero la cuestión está en elevarse de ese criterio para exponer abstractamente y probar esas abstracciones con elementos específicos de la realidad que se ha estudiado.
El investigador no es un militante político. Es decir, no actúa en tanto tal, así pueda ser militante de alguna organización política, si quiere trabajar para alguna empresa que no esté de acuerdo con sus ideas políticas. El investigador debe elevarse más allá de lo político, porque en tanto sepa exponer sus puntos de vista adecuadamente, con criterios científicos, que significa expresar una realidad determinada en abstracciones, estará también sirviendo a sus convicciones. Las abstracciones no tienen que ser expresadas citando extensamente políticas determinadas... a menos que sea ciencia política.
La ciencia no habla de servir a alguien, si tiene que ser ciencia. Lo que pasa es que la ciencia puede ser utilizada por este o aquel grupo o personas. En ciencia, entonces, encontramos un aspecto general, y un aspecto particular. El aspecto general es el más abstracto. El particular, sin dejar de serlo, baja más a lo específico y puede permitir que el científico tome partido, si así lo desea. Nosotros podemos decir que todos somos políticos, y estar de acuerdo con este aserto, pero no todos estarán de acuerdo. Y no tomarán partido... aunque ello signifique ponerse al lado de algún sector, generalmente, el que está en el poder.
Pero, sobre todo, no se debe confundir al científico militante, con el científico, así, a secas. Aunque es nuestro deber dejar bien claro que hoy en día más que nunca antes, la ciencia se ha convertido en un arma de la política. Lo que Karl von Clausewitz decía acerca de la guerra, lo podemos hoy en día decir acerca de la ciencia: La ciencia es la continuación de la política, por otros medios. Se usa a la ciencia políticamente, de manera extensa e intensa. Y esto es tanto más así en el caso de aquellos que hablar de apoliticismo.
La ciencia es un instrumento de la política. Pero, como todo instrumento, la ciencia no tiene que ser, en sí misma, política. Si no diferenciamos esto, nuestros trabajos tendrán siempre un sesgo que no deberían tener, es decir, buscaremos probar aquello que ya tenemos en la cabeza, y no iremos a estudiar la realidad para aprender de ella sino para imponerle nuestras concepciones. Y quien actúa de esta manera, no es científico.
No decimos pues que un científico no pueda tener una posición política. Muy por el contrario, lo consideramos muy positivo. Pero, debe diferenciar lo científico de lo político. Como debe diferenciar lo filosófico de lo político. Sabemos también, que solamente la actividad política permite a un ser humano elevarse a una mayor comprensión de todo aquello que estudia, porque le permite la discusión, el enfrentamiento de ideas, la confrontación de puntos de vista, la defensa y el ataque de criterios, elementos que resultan tan esenciales en todo trabajo científico que se precie de tal.
Quienes quieren una universidad apolítica simplemente no saben lo que quieren, ni tienen una idea clara de lo que es la política, o quieren que todos estén de acuerdo con ellos. El mal del peruano es que quiere tener siempre la razón... aunque sepa que no la tiene. Y esto es eminentemente anticientífico.
Pero también, debemos comprender que una ciencia, si es bien estructurada, formulada y elaborada, puede servirle a cualquiera, así no esté de acuerdo con las teorías específicas. Un científico que se llama político, si prueba sus puntos de vista de manera clara y tomando los datos de la realidad de manera fehaciente, pondrá esos datos al servicio de quien quiera utilizarlos. Lo mismo sucederá con aquel científico que se llama apolítico. La historia da ejemplos abundantes de este tipo de casos.
Volvamos a Marx. El descubrir la importancia esencial de la Economía, significó que este descubrimiento fue lo que posteriormente,
“sirvió de hilo conductor a mis estudios”,
por lo que expone los aspectos teóricos pero ya surgidos de elementos empíricos y que, como él mismo dice, forman el nervio de sus trabajos posteriores.
Aquí pondremos la cita completa, a pesar de ser muy extensa (para que todos tengan una visión de conjunto de lo que dice Marx y puedan darse cuenta de si erramos o no en nuestros comentarios), y luego la iremos desagregando, mientras la comentamos:
“El resultado general a que llegué(...) puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre entro los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de esto conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por su conciencia, sino, que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso, en la formación económica de la sociedad, el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica, del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida do los individuos. Pero las fuerzas productivas quo se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por tanto, la prehistoria de la sociedad humana.”
Aquí podemos ver claramente, que lo que Marx llama aquí “relaciones de producción”, no son sino las relaciones que todos entablamos, y que ahora conocemos como objeto de estudio de la sociología y de la antropología, propiamente hablando. Cuando Marx dice: “el conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad”, está llamando “estructura económica” a la sociología, está diciendo que economía son las relaciones que entablan los hombres.
La “producción social” de los hombres, está formada por las “relaciones de producción”, y por las “fuerzas materiales”. Esto no necesariamente se circunscribe a una fábrica, sino que se extiende a toda la sociedad, aunque los hombres no estén trabajando. Las formas como los hombres se relacionan entre ellos, son “independientes de su voluntad”, en el sentido de que no siempre comprenden lo que hacen, lo siempre la voluntad domina la acción del ser humano. No está presente la conciencia en el conjunto del actuar del individuo y tampoco lo está en el actuar de los grupos que conforma. Esto está suficientemente explicado por la psicología. Por todas las escuelas, no solamente por alguna en particular.
Las relaciones de producción y las fuerzas productivas se corresponden. En el sentido en que aquellas solamente pueden nacer de éstas, pero también éstas tienen su origen en ellas, en tanto hay una relación dinámica, dialéctica, entre ambas. Pero no quiere decir que todas las fuerzas de producción tengan su origen en determinadas fuerzas productivas, es decir que estas solamente utilicen aquellas si les da origen. Muchas relaciones existentes antes aun persisten en otras posteriores.
Las relaciones de producción, a las que llama la estructura económica (perdónesenos la abundancia de la reiteración de este aspecto), no es área de la producción, sino el área del contacto social en general, mucho más amplio que el estar en una fábrica, por ejemplo, produciendo mercancías. Esto es lo que dice Marx cuando señala que: “El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad”. La estructura económica no es, pues, la economía, tal como la conocemos hoy, concibiendo así la producción, sino las relaciones humanas, que llamamos hoy sociología, lo que Giddens llama “la vida social humana”. Entonces es sobre esta vida social humana, que estudia la sociología, que se “que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social”. No es pues sobre la economía, sino sobre las relaciones sociales en las que están incluidas, lo que hoy día conocemos como las relaciones económicas.
“El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general”. Aquí sí se ve que la forma en que los hombres producen, “condiciona” todo lo demás. Pero no es algo mecánico, sino que, como es lógico en la vida humana, siempre hay autonomía... pero lo más importante para el hombre, en general, es lo económico... aunque algunos piensan que no es así, cuando tienen este problema solucionado y convencen a otros que no lo tienen solucionado, que no importa y éstos, creyéndolo así, se sienten en la verdad absoluta y quieren que todos sean como él, lo que no es... no debe ser así.
El ser social -es decir, las relaciones que se entablan entre los hombres-, es lo que señala qué es lo que piensan. La psicología de masas lo ha demostrado. “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”. Pero, no todos los hombres piensan en grupo, no somos unos corderos que vamos tras nuestro pastor, simplemente. Somos seres individuales, que pensamos críticamente. Marx no está hablando del individuo, sino de la generalidad, de lo social. Si esto lo aplica al individuo, obviamente que estaría equivocado, muy equivocado, pero en tratándose de lo social, no lo está. Solamente se ven los rasgos comunes, no los individuales.
Un individuo no puede imponer su voluntad omnímodamente, porque siempre ha de chocar con las voluntades de los otros individuos. En una sociedad nada se hace de manera absolutamente individual, porque los condicionamientos son siempre sociales, nadie puede huir de los aspectos culturales de la sociedad en la que se ha desarrollado... así las combata. Puede combatirlas, dejar de lado algunas, pero eso no significa que se haya librado del todo de ellas. Se puede cambiar, como lo demuestra la evolución de la sociedad, pero no basta la conciencia para tal cambio. Se precisa también tiempo.
La cultura sobrevive y no es eliminada violentamente, a costa de provocar severos problemas sicológicos. La mayoría de las personas opta por aceptar lo nuevo que se impone sin eliminar lo anterior, sino enmascarando lo viejo en las nuevas apariencias. Hay cambios, sí, por supuesto. Pero se da más un sincretismo (que algunos llaman hibridismo), que una sustitución absoluta de lo nuevo por lo viejo, en cultura, por supuesto.
Es importante señalar que Marx nos dice que “las relaciones de propiedad” no son sino “la expresión jurídica” de “las relaciones de producción”. Lo que quiere decir que siempre ha existido la propiedad, y siempre existirá (sea de uno, sea de todos, siempre existirá). “Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes(...) dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social”. Es decir, el hombre ya no produce para satisfacer las necesidades propias, sino para satisfacer los apetitos egoístas del dueño de los medios de producción. Por supuesto, lo esencial es que ahora el dueño del medio de producción ya no coincide con el propietario de ese medio de producción, sino que son diferentes. Sin que esto signifique desconocer que hay esa misma coincidencia, en los pequeños productores. Pero, en una sociedad, quienes se imponen son los que más poder económico tienen y por ello tienen mucha gente que trabaja para ellos.
El capitalismo es antagónico, “no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida do los individuos”. Es una cuestión de clases. La palabra “clases”, o la expresión “lucha de clases”, no fue inventada por Marx, sino que se utilizó ampliamente mucho antes que él. Pero se popularizó en el mundo precisamente por él. No se extreme, la expresión “clase social”, en el sentido de que no se puede ver a los burgueses. Es curioso, se puede conversar con ellos, hacer vida social con ellos, pues el antagonismo no es individual, sino social. Se les enfrentará como grupo, no como individuos. En el Perú todo es tan maniqueo que quien piensa de una manera no puede juntarse con quienes piensan diferente, aunque esta “diferencia” sólo se dé en la forma mas no en la esencia. En política es fácil distinguir por esto los diferentes grupos, porque siempre están relacionándose simplemente entre ellos.
Se ha perdido la capacidad de discusión, porque todo es enfrentamiento, en el mal sentido de la palabra. Nadie quiere aprender, ni demostrar argumentalmente sus puntos de vista. Todos quieren ganar. Y este criterio de traslada al campo científico, donde se quiere ganar por mayoría... como si la ciencia consistiese en eso y no en demostrar empíricamente los enunciados teóricos. Sin pasar por alto que la palabra “teoría” se ha corrompido de tal manera que significa ahora algo completamente alejado de la realidad, incluso para muchos científicos (por paradójico que pueda parecer).
¿En qué consiste la traba al desarrollo de las fuerzas productivas? ¿En que en un primero momento hay una preocupación por la sociedad, o por los trabajadores, y luego ya no existe más? La Revolución francesa tuvo lugar en 1789, Marx escribe esto en enero de 1859. Han pasado 70 años. En 1848 la población de París luchaba contra la burguesía: pasaron 59 años. Si hablamos de Inglaterra, la revolución capitalista se dio en el siglo XVII, habían pasado ya dos siglos. Marx plantea que desde que la burguesía toma el poder político ya está lista para ser despojada de él.
“Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización”. ¿Qué se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella? Hasta hoy en día se siguen desarrollando las fuerzas productivas... ¿o no es un desarrollo? El mismo Marx reconoció que en su tiempo seguían desarrollándose en otros lugares, es cierto, pero seguían desarrollándose.
El capitalismo ha seguido desarrollándose en ese sentido. No sabemos hasta qué punto ha de seguir desarrollándose. La lucha por los mercados hoy –expresada en la globalización, proceso que encabeza y representa Estados Unidos- en día dicta la necesidad de elevar la productividad, de hacer que esas fuerzas productivas sean cada día más eficientes con relación a las necesidades del mercado: abaratar el precio para desplazar a otras mercancías. Ahora el abaratamiento del precio va unida al empeoramiento de la calidad, pero se hace una campaña sostenida para que se acepte lo barato y malo a lo caro y bueno. Es un fenómeno mundial. Mientras la lucha por los mercados siga, el desarrollo de las fuerzas productivas también seguirá.
En cuanto a las relaciones de producción, se está dando del fenómeno de que, ese desarrollo, ha creado una gran desocupación, para lo cual se yergue como solución la informalidad, tanto en la venta como en la producción, pero mayor es la venta, de productos de llegan de fuera, con un fuerte acento en el contrabando. Los propietarios de las fuerzas productivas son cada día menos, la riqueza se concentra cada vez más en menos manos. El mercado se ha convertido en un campo donde se libra una guerra incruenta, por ello es que generales del ejército norteamericano, especialmente con experiencia en guerras, dictan cursos de estrategia en mercadotecnia.
Las fuerzas productivas se desarrollan, lo que disminuye es la gente que es propietaria de esas fuerzas productivas. Las experiencias socialistas no han desarrollado las fuerzas productivas. Todas las sociedades que hoy en día así se llaman, tienen una pobreza en este rubro que no son dignas de imitarse. La URSS se preocupó más por desarrollar su poderío militar que su poderío económico real, que llevase a su población a la satisfacción de sus necesidades.
“Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella”. No se está hablando del cambio de lo político como lo esencial. La base económica la cambia la burguesía antes de la toma del poder, es decir, antes de instaurar el Estado burgués. Cuando la burguesía se hace del Estado, se dice aquí, ya ha cambiado casi por completo la base económica. Al tener el poder económico, cambia todo el sistema de pensamiento existente, y posteriormente se hará del poder político.
“Cuando se estudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo”. Aclaremos que, aquí, Marx expresa que “las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas” son “formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia”. Marx no puede decir –cuando menos no aquí, en este texto- que todo lo político, todo lo jurídico, todo lo artístico, todo lo filosófico sea necesariamente negativo o, cuando menos, alejado de la realidad por ser una forma ideológica. Ya habrá oportunidad de analizar los textos anteriores a este, para confirmar este aserto.
Al estudiar las revoluciones es preciso distinguir los cambios materiales, es decir, los cambios que se dan en las relaciones entre los individuos y en los instrumentos de producción, a los cambios que se dan en la mente de los hombres: lo ideológico. Lo ideológico, son formas de conciencia -esto es, de pensamiento-, son sistemas de ideas. Son ideas que no involucran, necesariamente, lo que origina la idea. No se dice que sean solamente negativas, o que no interpreten a la sociedad correctamente. Se incluye tanto a las ideas (o sistemas de ideas) correctas y a las incorrectas. Por eso es que se dice que con esas formas ideológicas “los hombres adquieren conciencia del conflicto y luchan por resolverlo”. Si la ideología fuera solamente negativa, no podrían resolver el conflicto, como deja entrever Marx, claramente.
Claro que también hay todavía un uso del término “ideología” con el significado negativo corriente en Alemania. Esto se puede ver en estas partes en que habla de Federico Engels:
“Cuando, en la primavera de 1845, se estableció también en Bruselas, acordamos contrastar conjuntamente nuestro punto de vista con el ideológico de la filosofía alemana; en realidad liquidar cuentas con nuestra conciencia filosófica anterior”.
Aquí ideología está siendo usada en el sentido de una teoría que no tiene nada que ver con la realidad. En esta parte sí, ideología, tiene una clara connotación negativa, por lo alejada de la realidad, o porque la tergiversa, inclusive. No se dice que no haya surgido de una realidad determinada. Se podría entender que podría haber surgido en otro momento de la misma realidad, en un pasado lejano, en fin, tantas cosas que le podrían conferir positividad, pero que no usada con criterio se convierte en algo negativo. También se podría entender que se trataría de algo que no sirve para nada porque no tiene ninguna relación con la realidad, ni la ha tenido nunca. Es el significado corriente que tiene entre nosotros la palabra “teoría”, entre los profesionales que no han desarrollado sus conocimientos científicos, en tanto tales. Como quiera que sea, ya para 1845, había comenzado el cambio de su pensamiento, y el libro “La ideología alemana” –escrito entre Marx y Engels- es producto de este nuevo punto de vista.
“Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por su conciencia, sino, que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción”. Claro, un individuo no es capaz de saber con toda certeza, por sí mismo, lo que es, lo que significa, lo que puede. Esto no lo anula, no dice que es incapaz, puede en determinados momentos darse cuenta de sus capacidades y sus posibilidades, indudablemente. Pero la subjetividad es muy grande y los mismos sentimientos echan frecuentemente un paño oscuro en su mente y nubla muchos de sus razonamientos.
Con el conjunto de la sociedad sucede algo similar, y quizá sea aun más acentuado... esta duda se da debido a que estamos tratando de los representantes más esclarecidos de una época, de sus intelectuales, no de cualquier persona. Marx no lo dice, pero es de entenderse de esa manera. No encontramos otra. Porque los intelectuales son la conciencia de una sociedad, en el sentido de ser su parte pensante, reflexiva. La vida material lo explica todo, las formas como los hombres se relacionan entre ellos y como tienen en propiedad los medios de producción.
Épocas en que se divide el progreso social, son –según Marx- los siguientes modos de producción:
1. Asiático.
2. Antiguo.
3. Feudal.
4. Moderno burgués.
“Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica, del proceso social de producción(...) Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por tanto, la prehistoria de la sociedad humana” y llega el modo de producción final:
5. El modo de producción socialista.
En esta Introducción no dice cuáles son las características de cada uno de esos modos de producción. No hacía mucho que Marx comenzó a estudiar todo eso, como sabemos. ¿Es el “modo de producción asiático” lo que Engels denomina comunismo primitivo? Bien puede ser. El antiguo es el esclavista. Ese término era utilizado así ampliamente en ese tiempo, no hay duda alguna: no puede tener otro significado. De cualquier manera, la colaboración entre Engels y Marx duró toda la vida de éste, que murió antes. Lo importante es que Carlos Marx dice que:
“Federico Engels, con el que yo mantenía un constante intercambio escrito de ideas desde la publicación de su genial bosquejo sobre la crítica de las categorías económicas (en los Deutsch-Franzosische Jahrbiicher), había llegado por distinto camino (véase su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra) al mismo resultado que yo”.
Ambos son hegelianos de izquierda, ambos estudian problemas similares, y ambos llegan a las mismas conclusiones teóricas. Entre ellos, como ya se ha dicho, escribieron varios trabajos: La ideología alemana y el Manifiesto comunista.
Pero, fue Marx quien dio forma adecuada a los pensamientos que entre ambos iban surgiendo, y sobre los que intercambiaban puntos de vista:
“Los puntos decisivos de nuestra concepción fueron expuestos por vez primera, científicamente, aunque sólo en forma polémica, en la obra Miseria de la Filosofía, etc., publicada por mí en 1847 y dirigida contra Proudhon”.
El trabajo seguía, pero no pudo realizarse como ellos querían:
“La publicación de un estudio escrito en alemán sobre el Trabajo asalariado, en el que recogía las conferencias que había dado acerca de este lema en la Asociación Obrera Alemana de Bruselas, fue interrumpida por la revolución de febrero, que trajo corno consecuencia mi abandono forzoso de Bélgica”.
Su actividad política lo forzaba a ir de un lugar a otro hasta que pudo echar anclas en Londres.
“La publicación de la Neue Rheinische Zeitung (1848-1849) y los acontecimientos posteriores interrumpieron mis estudios económicos, que no pude reanudar hasta 1850, en Londres”.
En Inglaterra se dedica al estudio intensamente:
“Los inmensos materiales para la historia de la Economía Política acumulados en el British Museum, la posición tan favorable que brinda Londres para la observación de la sociedad burguesa, y, finalmente, la nueva fase de desarrollo en que parecía entrar ésta [la sociedad burguesa] con el descubrimiento del oro de California y de Australia, me impulsaron a volver a empezar desde el principio, abriéndome paso, de un modo crítico, a través de los nuevos materiales. Estos estudios me llevaban, a veces, por sí mismos, a campos aparentemente alejados y en los que tenía que detenerme, durante más o menos tiempo”.
El estudio es Inglaterra, y de allí obtienen todas las conclusiones acerca del agotamiento de la sociedad burguesa, que hace, obviamente, extensiva a Francia, que no hacía mucho tiempo había llevado a cabo su revolución burguesa. Pero, la había hecho extensiva también a Estados Unidos y a Australia, sin conocer la situación particular en esos países. Por eso es que, cuando se topa con datos concretos de estos lugares, se da cuenta que la realidad es completamente diferente a la que había planteado, y que el capitalismo no se había agotado, sino que se renovaba.
¿La nueva fase de desarrollo de la sociedad burguesa? Esto es lo que dice. Que lo manifieste de manera condicional, y con un dejo de perplejidad que se nota en ese “parecía”, no oculta que sea eso lo que diga. Hay pues una nueva fase de desarrollo de la burguesía que Lenin llamaría después imperialismo.
Los estudios de Marx, esencialmente –aunque no descuidó informarse de lo que pasaba en otros lugares del mundo- estuvieron centrados en Inglaterra, que es de donde extrajo los materiales básicos para sus teorías.
“Los artículos sobre los acontecimientos económicos más salientes de Inglaterra y el continente formaban una parte tan importante de mi colaboración [en el New York Daily Tribune], que esto me obligaba a familiarizarme con una serie de detalles de carácter práctico situados fuera de la órbita de la ciencia propiamente económica”.
La necesidad siempre está colaborando con la realidad y la lucha por el conocimiento y/o el cambio social.
Walter Saavedra
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