Eran las ocho de la noche y la gente en Higuey estabamuy alterada:Mas humo de guaguas (nuestrosmicrobuses) y un calor tenso: El gobierno estainteresado en subir las tarifas de electricidad apesar de toda la pobreza y la construcción faraónicade un metro en pleno Santo Domingo es un golpeemocional para cualquiera.
La señora calmo mi rabia : A ella le dicen la CeliaCruz de Barranquilla , se sentó a mi lado en la rutaRepublica Dominicana . Me dio la paz para perdonar yseguir adelante: Llegue sano a la tierra de LuisQuitatenis y el glamour del Hotel Embajador, antes ydespués de Trujillo.
Los amigos de siempre, la obra jesuita por achicar lasbandas juveniles al lado del río, toda mi mirada en lafila para visas a España.
Toda mi tarea esta planeada:A pesar de la violencia, las jeepetas del 2007, lasobras judiciales en la Vega , haría que toquen Akundunde Mickey Gonzales en cada lugar al que vaya .
Y asífue , veinte cds de Café Inkaterra hicieron elmilagro.Luego mas de lo mismo, los mismos jueces supremos deAmérica Latina, las mismas ongs y todo el protocolotodo concentrado en un abrir y cerrar de guaguasextralujo con aire frío, ese miedo a hablar en seriosobre periodistas que no entienden que tienen unatarea mas difícil sobre la realidad judicial quepreocuparse solamente sobre la persecución a suscolegas.
La mesa de peruanos en la Conferencia de la SociedadInteramericana de Prensa , en los mismos asientos delos cortesanos días del dictador Rafael Trujillo , era plural y bonita, todo un ferry de bromas así comotemas de coyuntura Mientras tanto la señora se meacerco al oído y me dio paz de nuevo: Me dijo queluego de tantos años de la desaparición y muerte de suesposo que fue periodista , la vida le ha dadolecciones para el perdón, pero también para combatirpor otros.Don Rafael Molina término de presentar al Presidentede la República.
Su mirada solo inspiraba honor. Luegohablo el Presidente y en ese instante todo cambió.Ella, la señora del avión, la de la mesa de losperuanos, la Tati que todo República Dominicana lescontó a estos amigos lo que yo sabía un día antes:Luis Henry y Cecilia nos hicieron un gran favor.Sentarnos junto a un testimonio viviente sobre lasufrida transición a la democracia que ya lleva casicuarenta años en República Dominicana.
Ni Juan Luis Guerra con el himno que me inhibe deseguir sintiendo vergüenza por ser de derecha así enmi país, pudo congelar el momento ( ojala el otoño envez de hojas secas , ojala que llueva café en elcampo, para que en el conuco no se sufra tanto, pa queen Vila vasquez oigan este canto, pa que todos losniños de Veron bailen este canto, pa que en la Romanay Catalonia oigan este canto)El resto fueron unos treinta segundos de silencio ,con los que podía ir y venir a Pucallpa, a Cajamarca ,Huamanga .
Podía bajar al Estado de Guerrero en México y mirar con nostalgia a los periodistas de Caracas.Todo el miedo de tocar a los que viven de engañar alos mas pobres de reírse del sufrimiento de los otrosen base a su poder y la codicia , todos ellos nosmiran desde hace muchas décadas. Como escuchar a JorgeCeledón en Antioquia y pensar allí en un rezo de a deveras por la libertad así como nuestra condición dehumanos con una tarea para el lado de los buenos ,aunque haya que hablar con los malos( lo que nosiempre se entiende).Los treinta segundos se acabaron.
Terminé en la playa, mirando el sol de las seis y treinta de la mañanaasí como toda la banda sonora de Cinema Paradiso. Darlas gracias es fácil, pedir perdón por no hacer mas esmuy difícil.
FERNANDO OPHELAN P.
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