viernes, 29 de junio de 2007

El Patriarca sin Otoño

Permutando un poquito el título de la famosa novela de Gabriel García Márquez, la intención de este comentario es hacer un poco de memoria a fin de destacar la trayectoria de un líder que no necesita de presentaciones ni de halagos, pues su propia vida en sí misma es un paradigma, un modelo y un prototipo representativo en América Latina y el Mundo. Trascender las fronteras desde la pequeña isla del Caribe, cruzando los océanos, para proclamar sin desmayo durante medio siglo la revolución socialista y la justicia social, eleva a los cielos la figura de una conducción y un mensaje siempre presente y protagónico. Más todavía cuando se enfrentan enormes dificultades y sacrificios, originados precisamente por oponerse a la poderosa hegemonía del capitalismo mundial imperialista, cuyas nefastas consecuencias sociales conocemos y están descritas en el exterminio indiferente en los casos de guerra y silencioso en los de la salud de vastos sectores de la humanidad. Hace aproximadamente un año las agrupaciones más reaccionarias, los imperialistas de toda laya, los elementos putrefactos de la política mundial y sus seguidores, celebraban lejos del espíritu cristiano que manifiestan profesar, la enfermedad de un héroe de los pobres, de un titán de la política, de un paciente y tenaz maestro ideológico, el comandante Fidel Castro Ruz. Pensaban los miserables, alegremente, en el deceso del patriarca, en el fin de una era y de una época tangible de logros sociales inimaginables en los países pobres; pensaban beodos de júbilo en el final de un ser humano consagrado en cuerpo y alma a la liberación de los pueblos, como si con esa muerte pudieran borrar las ideas y la historia. Felizmente, como siempre, los enemigos de la humanidad y sus esbirros se equivocaron.
El comandante Fidel Castro con sus ochenta años vividos, reúne la trayectoria de un líder que sobrevive a muchas muertes por atentados y conspiraciones; y a muchas otras deseadas por enfermedades; ello ocurre desde cuando en memorable defensa suya (1953) contra la dictadura en Cuba y en las de los pueblos del continente proclamó el grito del ejemplo y la constancia: “El pueblo me absolverá.” Hoy la historia, testigo de realidades y utopías le da plenamente la razón de no haberse equivocado, pues recuperado de la enfermedad actualmente persiste en la educación política e ideológica que inició en la cárcel, en las montañas con los guerrilleros heroicos, en el proceso del triunfo de la revolución, en las invasión a las playas de “Bahía Cochinos,” en la Tricontinental, en la formación de la organización de los países No Alineados, en la lucha sin desmayo contra el bloqueo y el embargo norteamericano, en la crisis de la caída del muro de Berlín y por supuesto, en el gobierno cubano de la cultura, la educación, la salud, el deporte y los derechos de la igualdad.
La educación persiste en la voluntad del patriarca sin otoño, sin descanso al calor de su sangre revolucionaria, sin agotamiento frente a las muchas tareas todavía por cumplir; ya que consciente de su rol histórico considera que la propuesta de la revolución latinoamericana que inició en los años sesenta junto al Che Guevara, Camilo Cienfuegos, su hermano Raúl, Vilma Espín, Celia Sánchez, Haydée Santamaría y otros cuadros revolucionarios de su estirpe, va ganando la larga batalla iniciada, va obteniendo los frutos anchamente esperados en Venezuela, Bolivia, Ecuador y en la recuperación sandinista de Nicaragua; además, en la visión distinta de la autonomía política y económica en Brasil, Argentina y Uruguay. Cabe destacar en esta educación persistente de toda una vida, lo que Marx y posteriormente Lenin dijeran en su tiempo: “todo es negociable en política, excepto los principios” y el patriarca Fidel Castro eligió, no lo olvidemos, los principios de permanecer en sus posiciones revolucionarias y antiimperialistas mientras el bloque soviético arriaba banderas con un trasnochado Mijail Gorbachov y un degenerado Boris Yeltsin. ¿Por qué nos preguntamos? Porque simplemente la dignidad y la soberanía no son negociables.
Vengo leyendo las reflexiones diarias del comandante Fidel Castro desde hace varias semanas, unas cortas y otras largas, difundidas precisamente en ese proceso educativo iniciado más de medio siglo atrás. Los sugerentes títulos y los contenidos de los comentarios “Condenados a muerte prematura por hambre y sed más de tres mil millones de personas en el mundo;” “La internacionalización del genocidio;” “Lo que se impone de inmediato es una revolución energética;” “La tragedia que amenaza nuestra especie;” “Se intensifica el debate;” “El submarino inglés;” “Nadie quiere agarrar el toro por los cuernos;” “Bush lo espera todo de un zambombazo;” “Las ideas no se matan;” “La reunión del grupo de los 8;” “Las mentiras y los embustes de Bush;” “El tirano visita Tirana;” “No tendrán jamás a Cuba;” “Las luchas de Vilma;” “Reflexiones de reflexiones;” entre otros encabezamientos, marcan una inequívoca posición frente al acontecer propio, latinoamericano y mundial. Qué mejor proceso de recuperación y rehabilitación del patriarca que el estar presente en la coyuntura económica, política y social, profundizando y esclareciendo los conceptos de la única forma de liberación de los pueblos: la alternativa revolucionaria que hoy en día adquiere también la ventaja de derrotar a los grupos de poder con sus propias leyes y sus propias armas, aquellas de la “legalidad” de utilizar al Estado para reprimir y anular el camino hacia la participación de la mayoría de los ciudadanos en la construcción de su destino. La vigorosa democracia participativa iniciada por el comandante Hugo Chávez, es un magnifico ejemplo de alternativa revolucionaria; donde igualmente que en el caso de Cuba, se destaca la participación popular y el vínculo entre el líder y las masas, entre los dirigentes y el conjunto social, precisamente donde no se pide la unanimidad sino el respeto a las mayorías ciudadanas.
Como con sus mensajes, discursos, monografías y libros publicados (La historia me absolverá; Pensamiento político, económico y social; Fidel y la religión; la deuda externa; Rectificación; la crisis económica y social del mundo; etc.) el comandante Fidel Castro tiene ganada la estela del maestro, el ideólogo, el líder y la genialidad política de los más grandes hombres de la historia contemporánea. El gobierno de Cuba y del comandante Fidel Castro Ruz, han vencido todos los escollos; todas las piedras grandes y pequeñas puestas en el camino; todos los anuncios agoreros; llegando, inclusive, a superar la crisis económica que significó para la isla la caída del muro de Berlín; y lo hicieron con niveles y formas de apertura económica que, de ninguna manera, significaron la entrega de la cabeza gacha al voraz capitalismo imperialista listo a llevarse de encuentro la revolución. Por ejemplo, la alianza entre el Estado cubano y las grandes empresas internacionales de turismo es cooperativa y estable; el Estado provee las playas, los trabajadores cubanos la mano de obra y las compañías hoteleras la inversión de capitales; esto fue parte de una edificación extensiva a otras actividades económicas y productivas. Todo este complejo conjunto de ideas y realizaciones, de procedimientos y políticas, de experiencias y prácticas de la revolución cubana jaqueada miserablemente por el criminal embargo y el bloqueo norteamericano, es la herencia del gran líder antiimperialista que tuvo y tiene la garra y el coraje de enfrentarse a Washington desde una situación inmensamente menor y desventajosa. “Jamás tendrán a Cuba” y muy probablemente bajo el ejemplo de Fidel Castro, jamás tendrán a Venezuela, a Bolivia, a Ecuador, y así sucesivamente a ninguno de los países hermanos de nuestro continente. Esa y ninguna otra será transición en el futuro cercano. Para finalizar repito una acotación hecha en mi artículo Cuba: inventando una crisis de agosto del año pasado: “No hay ni habrá crisis política en Cuba; tampoco habrá la “transición democrática” al estilo norteamericano, aquella de la farsa, la comedia y el sainete de los embustes y las mentiras, cuyos resultados son la falta de salud, educación, trabajo, salubridad, alimentación y subsistencia; la existencia de la mendicidad, la inseguridad social y la desprotección a los ancianos; es decir, no habrá la reiniciación hacia el reino de la exclusión de vastos sectores populares y la marginalidad. La irracionalidad y el odio enfermizo de quienes quieren borrar de la faz de la tierra la revolución cubana chocarán con las enormes barreras de la solidaridad universal de los pueblos sedientos de justicia social.”
25 de junio de 2007

Carlos Angulo Rivas
reppam@mountaincable.net

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