lunes, 28 de mayo de 2007

EL PAPA NIEGA QUE LA EVANGELIZACIÓN ANIQUILARA LA CULTURA PRECOLOMBINA

El Papa critica el socialismo de Chávez
Benedicto XVI pronunció ayer, en la última etapa de su visita a Brasil, las palabras de contenido político más explícito de su viaje al criticar la nueva izquierda latinoamericana que personifica Hugo Chávez y el indigenismo que defiende Evo Morales. No dejó claro, sin embargo, cuál ha de ser la postura de la Iglesia católica. El Papa inauguró ayer la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Celam), con una dura crítica al socialismo del siglo XXI que encabeza el presidente venezolano, Hugo Chávez. Aunque Benedicto XVI no citó en ningún momento a Chávez, las referencias al mandatario de Venezuela y a los que siguen su estela, como el boliviano Evo Morales, fueron claras. El pontificado de Joseph Ratzinger se está caracterizando porque sus discursos van al grano, aunque siempre evite los nombres propios y estén rodeados de la inevitable retórica vaticana, que obliga a leer entre líneas. En este sentido, el discurso que el Papa pronunció ayer en la ceremonia de apertura de la conferencia fue el más claro y directo de todos cuantos ha pronunciado en su viaje de cinco días a Brasil, que concluyó ayer. "En América Latina y el Caribe, igual que en otras regiones, se ha evolucionado hacia la democracia, aunque haya motivos de preocupación ante formas de gobierno autoritarias o sujetas a ciertas ideologías que se creían superadas, y que no corresponden con la visión cristiana del hombre y de la sociedad", dijo Benedicto XVI, en alusión clara a Cuba y a la revolución bolivariana de Chávez, en la que también se están inspirando Ecuador, Nicaragua y Bolivia.Precisamente, el Papa se refirió veladamente a la política indigenista de Evo Morales nada más iniciar su discurso. "La utopía de volver a dar vida a las religiones precolombinas, separándolas de Cristo y de la Iglesia universal, no sería un progreso, sino un retroceso", dijo Ratzinger, que fue aún más allá y negó que la evangelización de América supusiera la aniquilación de las culturas precolombinas. "El anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña", manifestó el Sumo Pontífice, justificando estas palabras con otro mensaje que también puede ser interpretado como una crítica a los nacionalismos excluyentes: "Las auténticas culturas no están cerradas en sí mismas ni petrificadas en un determinado punto de la historia, sino que están abiertas, más aun, buscan el encuentro con otras culturas". No obstante, Benedicto XVI también repartió críticas al modelo neoliberal y a la globalización mercantilizadora, aunque no con el mismo énfasis que contra los proyectos izquierdistas. "La globalización debe regirse también por la ética", dijo Ratzinger, antes de cuestionar la abismal brecha social latinoamericana y el deficiente reparto de la riqueza. "La economía liberal de algunos países latinoamericanos ha de tener presente la equidad, pues siguen aumentando los sectores sociales que se ven probados cada vez más por una enorme pobreza o incluso expoliados de los propios bienes naturales", manifestó el Papa durante su discurso, pronunciado básicamente en castellano aunque con una parte final en portugués.A pesar de que su intervención tuvo un evidente carácter político, el Pontífice entró en contradicción al mantener que la Iglesia no debe abordar ese debate. "Este trabajo político no es competencia inmediata de la Iglesia", dijo el Papa y añadió que "el respeto de una sana laicidad - incluso con la pluralidad de las posiciones políticas- es esencial en la tradición cristiana auténtica. Si la Iglesia comenzara a transformarse directamente en sujeto político, no haría más por los pobres y por la justicia, sino que haría menos, porque perdería su independencia y su autoridad moral, identificándose con una única vía política y con posiciones parciales opinables". Esa parte del discurso y varias referencias explícitas al marxismo por parte del Papa evaporaron hasta la más mínima posibilidad de que Joseph Ratzinger diera algo de aire a los miembros de la teología de la liberación, después de que el viernes Benedicto XVI leyera la cartilla a los obispos brasileños, reclamándoles que se acerquen más a los pobres y a los necesitados. "El sistema marxista, donde ha gobernado, no sólo ha dejado una triste herencia de destrucciones económicas y ecológicas, sino también una dolorosa destrucción del espíritu", concluyó el Papa.Por la mañana, antes de la inauguración de la conferencia, Benedicto XVI ofició una misa frente a la basílica de Nuestra Señora de Aparecida, una virgen negra que es la patrona de Brasil. Aparecida es una ciudad de 35.000 habitantes, nacida alrededor del santuario, que está situada a 168 kilómetros de São Paulo, junto a la autopista que conduce a Río de Janeiro.La previsión era que a la misa de ayer, en que se celebraba el día de la Madre en Brasil, acudiera medio millón de personas. Sin embargo, no hubo más de 200.000 asistentes. A pesar de la llegada de numerosos grupos de peregrinos de todos los países del continente americano, la gran plaza donde el Papa predicaba no se llenó. Una explanada cercana, donde se había instalado una pantalla gigante de televisión, estaba prácticamente vacía. Benedicto XVI no consiguió movilizar a las masas en su primer viaje a América Latina. El viernes pasado, casi todas las fuentes y medios de comunicación brasileños dijeron en primera instancia que el Papa había reunido a un millón de personas en su misa de São Paulo, una ciudad con 18 millones de habitantes. Sin embargo, en las horas posteriores esa cifra fue rebajada a 400.000 fieles, atendiendo a la estadística más generosa
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